Análisis de Ini Ekott
Abuya, (IPS) - Apenas cuatro días después de que cinco presidentes de África occidental se comprometieran a librar una «guerra» contra el grupo radical islamista Boko Haram, en una cumbre celebrada en Paris, la explosión de varios coches-bomba mató a decenas de personas en la ciudad de Jos, en el centro de Nigeria. Es la respuesta de los terroristas a la guerra contra Al Qaeda anunciada en la capital francesa.Ni los últimos atentados ni la cumbre del sábado 17 en Francia ayudaron a aplacar el resentimiento que existe en Nigeria contra el gobierno, por la indiferencia inicial que mostró ante el secuestro de 276 alumnas en la escuela secundaria de la ciudad de Chibok, en el estado de Borno, el 14 de abril.
Aún no se sabe con exactitud el número de las víctimas del atentado en Jos, pero un funcionario de emergencia explica que la cifra es «masiva». Algunos dicen que habrían muerto unas 200 personas, dado que las bombas explotaron en un mercado. Nadie se ha atribuido todavía la responsabilidad del hecho, pero se sospecha que sea obra de Boko Haram.
La población tiene pocas expectativas de que se produzca un triunfo rápido sobre el grupo yihadista y muchos sienten en Abuya que las conversaciones en París ofrecien pocas esperanzas en la búsqueda de las adolescentes secuestradas. «La amarga verdad es que la situación que amenaza sus vidas es manejada como una irritación por quienes debería importarle», sostuvo por Twitter el lunes Oby Ezekwesili, exministro de Educación y líder de una acción de protesta diaria en la capital nigeriana. «Por amarga que sea de aceptar, la verdad es que quienes deben encontrarlas siguen despreciando la agonía de sus padres».
Tras más de un mes de búsqueda, aún no existen pistas sobre el paradero de las secuestradas, pese a que se cuenta con apoyo de la inteligencia de Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña e Israel. Pero la presión es cada vez mayor para el gobierno, ya que la violencia no hace sino aumentar.
Al menos cuatro personas murieron el 18 en otro atentado con bomba en el estado de Kano, que también se sospecha es obra de Boko Haram. El último ataque del grupo extremista en la zona se había producido en 2012. La explosión, en un concurrido bar de un área de mayoría cristiana, hizo temer que los insurgentes puedan estar desplazándose de su bastión en el estado de Borno, que se encuentra a casi 600 kilómetros al este del estado de Kano.
Grupos activistas realizarán una marcha este jueves hasta las oficinas del presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan, donde le presentarán una lista de peticiones. Entre otras cosas, exigirán mayor compromiso de las autoridades con las familias de las niñas secuestradas y más seguridad en los bastiones de Boko Haram.
El grupo radical, cuyo nombre significa la educación occidental está prohibida, ataca con frecuencia a escuelas, símbolos del Estado, iglesias y mercados, en su campaña para crear un estado islámico. El presidente Jonathan ha recibido críticas generalizadas por la menra en que está dirigiendo la crisis. La propia Nigeria ha sido acusada de no haber tomado la campaña contra Boko Haram con la seriedad suficiente hasta el secuestro de las adolescentes en Chibok.
«El gobierno y el establecimiento militar deberían reconocer con sinceridad que los fondos destinados a la defensa y la seguridad no se utilizaron con el propósito de construir un ejército capaz de hacerle frente a la amenaza de Boko Haram», afirma el analista Benson Eluma, del Instituto de Estudios Africanos en la Universidad de Ibadan.
La cumbre de París fue el primer esfuerzo público fuera de África realizado para unir a varios países en contra de Boko Haram, que ahora está considerado una amenaza para África occidental y central. Los presidentes de Nigeria y de sus vecinos Benín, Camerún, Chad y Níger se comprometieron a compartir información de inteligencia sobre Boko Haram, vigilar las fronteras comunes y coordinar acciones conjuntas contra el grupo, entre ellas una plataforma de inteligencia que se ubicará en Chad.En la actualidad Nigeria mantiene una fuerza militar multinacional en la zona de la cuenca del lago Chad, próxima al estado de Borno. Los soldados proceden de todos los países fronterizos, con la excepción de Camerún. Uno de los principales desafíos de Abuya sigue siendo su frágil relación con Yaundé, que acumula décadas de fricción territorial. Camerún es considerado por el gobierno de Nigeria como un escondite estratégico para los insurgentes que huyen de las redadas en territorio nigeriano.
Nigeria mantiene un acuerdo con Níger y está negociando otro con Chad para permitir que las fuerzas nigerianas crucen a los países vecinos en busca de insurgentes, pero no hasta ahora no ha habido un entendimiento similar con Camerún. A pesar de las limitaciones percibidas, se espera que la cumbre de París sea un punto de inflexión en la lucha contra Boko Haram. «Demostramos nuestro compromiso con la adopción de un enfoque regional. Sin la unión de los países de África occidental no podremos aplastar a los terroristas», declaró Jonathan.
Por primera vez desde que comenzó la insurgencia hace cinco años, el presidente reveló la cifra oficial de víctimas mortales. Según Jonathan, unas 12.000 personas perdieron la vida por la crisis, más del doble de las 5.000 que se creía en un principio. La cumbre, convocada por el presidente francés, François Hollande, también planteó la preocupación de que África sea incapaz de resolver sus problemas.
La Unión Africana, el organismo continental, ha mantenido silencio sobre la crisis de Boko Haram y las adolescentes raptadas. Sin embargo, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental, el organismo regional, ha declarado su determinación de luchar en conjuntamente contra el grupo terrorista.
Más allá del origen de la asistencia, toda decisión para llegar a una solución duradera contra Boko Haram no puede darse totalmente a través de la fuerza militar bruta, opina Eluma. El líder del grupo extremista, «Abubakar Shekau y Boko Haram personifican todo lo que está mal en nuestra sociedad», asegura.
«Nuestro odio a la diferencia, nuestra discriminación contra las niñas y las mujeres, el estado abominable de la educación en el país, la permeabilidad de las fronteras, la complicidad de los agentes del Estado en el debilitamiento estatal y de la población, la instrumentalización política y social de la violencia en Nigeria... es lo que nos hace vulnerables a cualquier mal viento que sople desde lugares distantes», detalla el analista.