Tony Blair aún no se ha postulado para ser el primer presidente de la Unión Europea, pero su nombre está en todas las quinielas y los aplausos y pitidos se reparten por toda Europa y especialmente en el Reino Unido.
El actual gobierno británico de Gordon Brown, a pesar de sus diferencias con Blair, ha tenido que ser políticamente correcto. Un portavoz de Downing Street ha dicho que apoyará al ex primer ministro, si finalmente se decide, y el secretario de Exteriores, David Milliband, opina que Blair sería una excelente elección.
En las filas conservadoras no hay tanta corrección política. La conferencia que los tories están celebrando en Manchester se está centrando en Europa, para enfado de su líder, David Cameron, que pretendía hacer de la asamblea su escaparate de programa electoral. Los euroescépticos del partido no han querido desaprovechar la oportunidad y exigen a Cameron una posición aún más firme contra Europa.
El líder tory ha prometido un referéndum sobre el Tratado de Lisboa si gana las elecciones y si para entonces sigue sin ratificarse. El voto positivo de Irlanda le ha quitado bazas, el presidente polaco está dispuesto a firmar el Tratado y no parece que el checo Klaus pueda resistir a las presiones de los 27. De modo que Cameron ha bajado el listón y los conservadores más radicales no se lo consienten. Le exigen que convoque una consulta popular, aún en el caso de que Lisboa esté en vigor cuando sea primer ministro.
El alcalde de Londres, Boris Johnson, lo dijo alto y claro en el Congreso. No quiere Lisboa para el Reino Unido y mucho menos con Tony Blair como presidente. Johnson había ha escrito en la Prensa que el electorado británico «se libró de este tipo después de 10 años, sólo para descubrir que ha re-emergido como una especie de Euroemperador».
Pero no es sólo el excéntrico Johnson quien clama contra Blair. El responsable de política exterior del Partido Conservador ha declarado sobre Blair que «no podría haber peor forma de vender la Unión Europea al pueblo británico».
Debe nombrarse también un nuevo Alto Representante de la Política Exterior, un puesto apetecible porque va a tener más competencias y visibilidad política que Solana.
El holandés Balkenende, la irlandesa Robinson, el luxemburgués Junker y el español González están taqmbién en las quinielas. En Bruselas se busca proporcionalidad entre los cargos, Norte-Sur, hombre-mujer, izquierda-derecha.
Blair tiene a su favor su popularidad en Europa y en Estados Unidos y en contra su reputación, dispar según quien la analice. Haber sido la sombra de Bush en la guerra de Iraq es el gran obstáculo. Desde que dejó el poder, en 2007, ha sido enviado especial para Oriente Próximo del llamado Cuarteto (Estados Unidos, Rusia, ONU y UE) sin que su labor haya tenido repercusiones. euroXpress