La violencia que se vive en la capital libia ha obligado a varios países a cerrar sus embajadas. El representante de la ONU en ese país ha relatado que«los esfuerzos encaminados a resolver la actual crisis y a reanudar el proceso político no podrán progresar en un contexto de combates continuos. A pesar de las reiteradas llamadas a un cese inmediato de las hostilidades, incluido desde el Consejo de Seguridad, la situación sobre el terreno sigue siendo extremadamente volátil y precaria». Bernardino León, que fue enviado especial de la UE para el norte de África, ocupa su nuevo cargo desde el 1 de septiembre.
Según ha explicado, tras las reuniones que ha mantenido estas semanas con líderes políticos y legisladores, todos reconocen que hay diferencias muy hondas y mucha desconfianza. Bernardino León, ha subrayado que la actual crisis no puede ser resuelta por medios militares sino a través de un consenso basado en el proceso democrático, en los resultados de las elecciones parlamentarias del 25 de junio, en el rechazo inequívoco del terrorismo y en un proceso político inclusivo.
En su intervención ante el Consejo ha aludido además a los casos crecientes en que se violan los derechos humanos y se cometen abusos contra la población, lo que ha creado un clima de miedo y han provocado la marcha del país de numerosos activistas. «Tres años después de la caída del antiguo régimen, los libios no están nada cerca de realizar sus esperanzas y aspiraciones de un futuro mejor, ni de un Estado que defienda su seguridad. Por ello, muchos están muy desilusionados con la transición democrática de su país».
En su intervención ha enfatizado que la ONU sigue comprometida con su misión en Libia y continuará insistiendo en la urgente necesidad de que se avance en la superación de las diferencias mediante el diálogo.