La capital alemana es, entre las grandes ciudades europeas, la que mejor combate la contaminación ambiental. Lo dice el European Environmental Bureau (EEB), que forman organizaciones no gubernamentales defensoras del medio ambiente. En su ranking, Roma ocupa el último lugar y Madrid está en la parte baja de la tabla. Según sus expertos, la baja calidad del aire en el conjunto de la UE se traduce en casi medio millón de muertes prematuras.
En un estudio elaborado sobre 17 ciudades europeas, Berlín, con 3,4 millones de habitantes, es a juicio del EEB, la que mejores estrategias anticontaminación ha puesto en práctica, al enfrentarse con éxito a los emisores de gases contaminantes y reducir el uso del coche en la ciudad. Se destaca el ejemplo berlinés de uso del transporte público y la bicicleta, incluso de la costumbre de sus ciudadanos de ir andando.
Estocolmo y Copenhague siguen a la ciudad alemana en la parte alta de la clasificación por haber introducido incentivos económicos en las prácticas anticontaminación y establecido tasas para los vehículos que circulan por el centro y para aparcar. Después están Zúrich, Ámsterdam, Lyon, Glasgow y Graz. Más abajo, las grandes captiales europeas: París, Bruselas, Londres y Madrid, en este orden.
Según el informe, la capital española no supera los estándares de calidad del aire, aunque mejora su sentencia. Sin embargo, el estudio recoge la observación de Ecologistas en Acción, sobre la alteración de datos del Ayuntamiento de Madrid, al mover las estaciones de medida a puntos menos contaminados. Con todo, el EEB destaca la buena red de metro de la ciudad, en continua expansión, y las redes de líneas de autobús y de cercanías ferroviarias.
El farolillo rojo de la lucha contra la contaminación ambiental se lo lleva Roma, por su deficiente red de transportes y por sus iniciativas poco ambiciosas para mejorar la calidad del aire. El informe subraya que los planes de peatonalización del centro histórico se basan más en el turismo que en razones medioambientales.
Según el European Environmental Bureau, en las ciudades más contaminadas de Europa la esperanza de vida se ha reducido una media de dos años. En toda la Unión Europea, la baja calidad del aire se traduce en casi medio millón de muertes prematuras al año y, en términos económicos, la contaminación tuvo un coste sanitario en 2000 que pudo llegar a los 790.000 millones de euros.