El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, ha pronunciado hoy su último discurso en la Eurocámara. Ha dicho adiós repasando la última década en un hemiciclo prácticamente vacío. Con poca autocrítica, ha destacado los momentos cumbre de su presidencia en los que la crisis del euro, la deuda soberana y, más recientemente, la tensión con Rusia han copado casi toda su alocución.
«Esta ha sido una época excepcional», ha empezado Barroso. Ha reconocido que ha habido sombras en el camino: una crisis institucional en la que Irlanda y Holanda votaron en contra de la fallida Constitución Europea, para luego renacer en el Tratado de Lisboa, que entró en vigor en 2009. Fue gracias a este último que «muchas crisis» se arreglaron, ha asegurado.
Sin embargo, el portugués ha afirmado que la crisis económica («que no se originó en Europa», ha recordado) y la posterior crisis de la deuda soberana han copado la mayoría de esfuerzos de la Comisión. Barroso, que ha hablado en inglés, en presencia de casi todo su colegio de
comisarios que estaban arropándole hoy en Estrasburgo, ha asegurado que cuando estalló la crisis no había «instrumentos suficientes», sin embargo, se ha congratulado porque la Comisión Barroso venció los malos augurios que pronosticaban una salida de Grecia del barco europeo y el consiguiente efecto cascada (sobre el país heleno ha dicho: «no soy el culpable de que un país falsee sus cuentas»), pero ha enfatizado las reformas estructurales en Irlanda, Portugal, España y Grecia. «no sólo estos países no han abandonado el euro, sino que hay nuevos miembros, como Lituania», el país báltico entrará a la UE en 2015.
El hemiciclo no estaba lleno para escuchar al presidente saliente de la Comisión Europea, pero en su discurso ha querido reflejar que ha sabido sortear el temporal de la crisis económica, y que hoy, Europa «tiene más mecanismos». Su momento preferido, ha recordado, fue cuando recogió el Premio Nobel de la Paz junto con los presidentes del Consejo, Herman Van Rompuy, y del Parlamento Martin Schulz porque fue una recompensa a «los valores de nuestra Unión».
A este respecto, el presidente de los populares europeos ha dicho que «la paz no es la ausencia de guerra, sino una forma de ser, de pensar» y eso es lo que «encarna Barroso». Menos amables han sido las palabras de los socialdemócratas que han recordado que su «pecado original se llama austeridad», ha aseverado su líder, Gianni Pittella. Los verdes, por su parte, le han recordado su apoyo a la guerra de Irak, junto con los ex presidentes de Estados Unidos George Bush y de España, José Maria Aznar en aquella fotografía para la posteridad en las islas de las Azores. Sin embargo, en las despedidas, en general, siempre hay un cierto espacio para la emoción y hasta el líder de los euroscépticos, Nigel Farage, le ha dicho que «siempre ha sido honesto». El irónico y teatral británico le ha «agradecido» que haya sido la gestión europea la que les ha ayudado a ganar en las últimas elecciones en el Reino Unido.
Ante los comentarios mas críticos con su gestión, Barroso ha recordado que son «los extremos de la cámara» los que han formulado las acusaciones y ha arremetido contra «los populismos y los euroscépticos». Poco antes de que el portugués acabara su discurso, el grupo de Farage ha abandonado el hemiciclo en protesta por una resolución que no se le ha concedido a uno de los eurodiputados, por ir en contravención con las normas de la Eurocámara. Y ha sido a los euroscépticos a los que Barroso ha dedicado sus últimas palabras: «Constituir una Europa fuerte y no hacer más regalos a la extrema derecha o izquierda, creo que hay tropas suficientes para la batalla del presente y del futuro».