La Comisión Europea ha adoptado hoy formalmente su propuesta para crear una tasa de transacciones financieras, que podría generar unos ingresos de 55.000 millones de euros.En el debate sobre el estado de la Unión, ante el pleno del Parlamento Europeo, el presidente Barroso ha pedido acción a los Estados miembros para recuperar la confianza en Europa y ha alertado sobre el riesgo de la fragmentación en la Unión Europa que afronta el desafío más grande de la historia.
«En los últimos tres años, los Estados miembros, los contribuyentes, han dado ayuda y garantías de 4,6 billones de euros al sector financiero. Ha llegado el momento de que el sector financiero devuelva la contribución a la sociedad» ha dicho el presidente de la Comisión Europa al anunciar la creación de esa tasa Tobin europea, que no tiene muchas probabilidades de prosperar.
El Banco Central Europeo está en contra por el riesgo de deslocalización que supone la implantación de la tasa a las instituciones financieras y también el Reino Unido, porque la City londinense se llevaría la mayor parte de las repercusiones. Se estudia la posibilidad de que se implante solo en la zona euro y dejar fuera a Londres.
Barroso ha justificado la medida como una cuestión de justicia: «¿Vamos a gravar el empleo? ¿Vamos a gravar el consumo más? Creo que es justo gravar las actividades financieras que en algunos Estados no pagan una contribución proporcionada a la sociedad».
El jefe delejecutivo comunitario ha hecho ante los eurodiputados un discurso alarmista, de urgencia ante la crisis y ha señalado que «el fondo de la crisis es un problema político». Barroso ha venido a decir que la Comisión Europea ha ido poniendo las herramientas para resolver la crisis y que los Estados ralentizan las decisiones.
La necesidad de tener una política económica común junto a la política monetaria se ha hecho evidente con la crisis y el presidente asegura que la clave de la zona euro debe ser «disciplina e integración».
Ha defendido el lanzamiento de eurobonos, que ha llamado «de estabilidad», con un planteamiento común que compense a quienes cumplen las normas y retraiga a quienes no lo hacen.
Se ha lamentado del poco aprovechamiento de las ventajas del mercado único con nuevos reproches a los Estados miembros y ha pedido que se impulse el crecimiento junto a la disciplina, aunque ha reconocido que no hay margen para nuevos estímulos, «pero se puede hacer más... Necesitamos disciplina y solidaridad».
Su mensaje final ha querido marcar el momento decisivo que vive Europa. «Si avanza el intergubernamentalismo puede ser la muerte de la Europa unida».