El presidente de la Comisión europea, José Manuel Durao Barroso, ha reconocido la buena fe del jefe de gobierno checo, Jan Fischer, quien le ha trasladado las nuevas exigencias de Klaus.
En su declaración final, Barroso ha elevado el tono de queja ante el presidente checo. «Espero que cumpla los compromisos adquiridos. La Comisión confía en que esta vez no haya obstáculos artificiales».
Como medida de presión, la UE sigue marcando en su calendario que el Tratado de Lisboa estará en vigor antes de fin de año. Barroso ha afirmado que la Unión respeta el orden constitucional checo, pero espera que tan pronto el Tribunal Constitucional resuelva el recurso interpuesto por un grupo de senadores, Klaus firme el tratado sin más retrasos «que sólo irían en contra de los intereses de Praga».
Barroso ha recordado que, si Lisboa no entra en vigor, habría que aplicar el Tratado de Niza para formar la nueva Comisión, con un menor número de comisarios, y la República Checa podría perder el suyo.
Fischer ha contado las condiciones adicionales que plantea ahora Klaus. Quiere que el Tratado contenga una excepción para la República Checa, similar a la que obtuvieron Reino Unido y Polonia sobre la aplicación de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE. El objetivo es evitar que haya reclamaciones de los alemanes expulsados de Checoslovaquia durante la Segunda Guerra Mundial.
Tanto Fischer como Barroso han descartado que el Tratado revisado tenga que someterse a la consideración de los otros 26 miembros. La fórmula podría estar en una declaración política que recoja la especificación checa.
Posiblemente los jefes de Estado y de Gobierno de la UE lo estudien en la cumbre que mantendrán los días 29 y 30, como única salida para que Lisboa entre en vigor. euroXpress