La Unión Europea está en la disyuntiva de actuar o fracasar. Lo dice el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, quien apuesta por una mayor integración para hacer frente a los desafíos de la UE, a la vista de que «la crisis ha demostrado los límites de la acción individual de los Estados».
Pero esa integración tiene sus obligaciones y no se han cumplido, viene a decir Barroso, al asegurar que «si bien las causas inmediatas de la crisis que actualmente afecta a la Unión Europea son en realidad financieras y económicas, son también, en un nivel más fundamental, el producto de una crisis de valores y de la falta de respeto de las normas».
Si los miembros han aceptado voluntariamente defender unos valores compartidos, todo el sistema está en peligro si alguno de ellos desafía esos valores, dice el jefe del ejecutivo comunitario. La receta de Barroso es «más soberanía compartida», porque «estamos viviendo una situación en la que compartimos tanto un mercado interior como una moneda común, donde los problemas transnacionales no pueden ser resueltos adecuadamente a nivel nacional, mientras que el nivel europeo aún no se ha consolidado hasta el punto de poder resolverlos eficazmente».
Por tanto, se debe completar la unión económica y monetaria, pero además buscar una mayor integración económica y política. ¿Cómo hacerlo? Barroso llega a reconocer el fracaso institucional de la UE porque avisa de que Europa y los principios del Tratado deben ser renovados con más integración. «Esta renovación europea debe representar un salto de calidad y posibilitar que Europa esté a la altura de los desafíos del mundo de hoy». Las decisiones que se tomen hoy determinarán si Europa «sigue siendo una zona de estabilidad, prosperidad y libertad, basada en la solidaridad, la responsabilidad y la cohesión».
El presidente de la Comisión Europea ha presentado esta visión de la UE en una intervención durante el Seminario de Constitucionalismo Global celebrado en la Escuela de Derecho de Yale, en La Haya.