Barroso no ha tenido pelos en la lengua, «la supervisión era nacional» y España cometió errores en esa tarea. Cuando preguntaban por los bancos y las cajas, «la respuesta que recibíamos era que todo estaba bien, que todo estaba perfecto». No solo eso, despejaban cualquier duda asegurando que «el Banco de España era el mejor del mundo».
«¿De quien es la culpa (de la crisis)? ¿de los organismos internacionales? ¿de Merkel?» se ha preguntado con ironía Barroso. Ahora, se ha felicitado por la salida de España del programa de rescate financiero y de la recesión. Aunque ha dicho que «es tímida y la deuda privada y el desempleo siguen siendo elevados, pero la única forma es proseguir con las reformas».
José Manuel Barroso ha intervenido en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander en la inauguración de las jornadas «La Europa que sale de la crisis», organizadas por la Asociación de Periodistas de Información Económica (Apie).
Barroso ha señalado que los acontecimientos de los últimos diez años en la UE, tanto positivos como negativos, «han sido poco menos que impresionantes». Entre los positivos ha citado la ampliación desde 2004 a Europa Central y del este y a nuevos países del Mediterráneo.
Sin embargo ha habido otros muy negativos como la crisis interna originada por la no ratificación por parte de algunos países del Tratado Constitucional que comenzó en 2005 y que duró hasta 2009 con la ratificación del tratado de Lisboa.
El desplome financiero en 2008, «que se convirtió en una 'tormenta perfecta' donde se combinó la crisis de la deuda soberana, con la crisis económica y la crisis social». Una situación que ha exigido medidas excepcionales y la creación de instrumentos completamente nuevos.
Por si no había bastante se encrespan las relaciones entre Ucrania y Rusia, «probablemente la mayor amenaza a la seguridad y la paz en Europa desde la caída del telón de acero y el muro de Berlín». No todo ha sido negativo para Barroso, la crisis ha incremento las competencias a nivel de la Unión europea, algo inimaginable hace unos años. La Comisión tiene ahora el poder de examinar los presupuestos nacionales antes de que los aprueben los Parlamento y el Banco Central Europeo tiene la capacidad de supervisar los bancos nacionales.
Pero ha habido consecuencias no deseadas, el aumento de populismos y extremismos con un discurso antieuropeo. «La verdad es que estas fuerzas populistas y extremistas, tanto de izquierdas como de derechas, tienen en común su posición antiEuropa, antiinmigración, antimercado; en una palabra antimundialización», ha señalado Barroso.
Por otra parte está el mundo exterior que también ha sufrido cambios. «Se está fraguando un nuevo orden mundial. Podemos optar entre participar en esa configuración o dejar que se nos escape el futuro».
Barroso ha hecho un llamamiento a la unidad por encima de «las amenazas del fundamentalismo religioso, la aparición de economías emergentes, la rápida modificación de los flujos comerciales o la inquietante evolución del cambio climático».
Europa necesita avanzar, «necesitamos una reforma, no una revolución» ha dicho Barroso para quien el futuro «está en la evolución, no en la contrarrevolución».
Y eso -ha aclarado- no está en la firma de un nuevo Tratado, sino en un debate «sobre lo que queremos hacer juntos y por qué queremos hacerlo juntos».