El gobierno español ha conseguido convencer a la Comisión Europea. Con el argumento de asegurar la garantía de suministro eléctrico, con el carbón como único combustible autóctono, el ejecutivo ha superado los obstáculos planteados. Algunos comisarios, como el de Medio Ambiente, veían en el decreto una clara contradicción con los compromisos medioambientales de España porque la quema de carbón es altamente contaminante. También se han esquivado las objeciones de Competencia, que ha impuesto unas reglas de juego claras: dice que a partir del 31 de diciembre de 2014 no se podrá compensar a las compañías a las que se obliga a consumir carbón nacional para generar electricidad y anima a las autoridades españolas a terminar antes con las compensaciones si es posible.
Ahora al sector minero le queda la esperanza de intentar que las ayudas específicas destinadas a la extracción del carbón puedan seguir más allá de 2014. No será sencillo, porque la Comisión viene subrayando que las minas deficitarias deben cerrar, y que por tanto las ayudas se vincularán irremediablemente a un plan de cierre. Sea como sea, el balón de oxígeno para los próximos cuatro años está concedido, y los efectos ya se notan. En España los mineros están poniendo fin a sus encierros hoy mismo.