Años después del estallido de la crisis financiera mundial de 2008, la zona de los Balcanes ha desarrollado un nuevo fenómeno en respuesta a las dificultades económicas europeas: el «turismo de compras».
Consiste en realizar viajes transfronterizos entre Serbia, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Hungría, Bulgaria o Macedonia en busca de mercancías más baratas, y se ha convertido en un nuevo punto de unión para Europa oriental. «Una vez al mes voy a Macedonia para llenar mi nevera», nos dice el jubilado Milan Jankovic, de 72 años, residente en la ciudad serbia de Vranje. «El billete del autobús cuesta solo 2,70 euros, y por unos 215 euros traigo a casa dos bolsas llenas de queso, carne en conserva, paté y productos no perecederos en los que de otro modo gastaría toda mi pensión, de 266 euros», agrega.
La localidad macedonia de Kumanovo, ubicada a apenas 50 kilómetros de Vranje, es el principal objetivo para compradores como Jankovic y muchos otros. «Con las actuales rebajas de ropa de invierno (con descuentos a veces de hasta el 70 por ciento en los precios originales), pienso que mi esposa y yo conseguiremos por lo menos una chaqueta nueva cada uno», dice.
Su caso es muy común entre muchos serbios que viven en localidades fronterizas. Pero incluso los habitantes de municipios sureños, como Nis y Pirot, viajan unos 100 kilómetros hasta el mercado búlgaro de Ilijanci, cercano a la frontera con Serbia, mientras que los búlgaros también se trasladan hasta localidades serbias vecinas.
Según los serbios, la ropa y el calzado cuestan un 30 por ciento menos en Bulgaria. Y los búlgaros encuentran que los alimentos serbios son mucho más económicos. «Aun calculando el costo de la gasolina desde Sofía hasta Pirot, resulta más barato comprar carne fresca o productos cárnicos en conserva; todo se ha vuelto muy caro en Bulgaria», explica Iván Mitev, de 39 años.
Un carnicero de Vranje que no quiso dar su nombre señaló: «Los sábados o domingos solo vemos búlgaros en nuestros comercios. Eso salva a nuestras empresas, dado que nuestra gente (los serbios) tienen cada vez menos dinero». Aparte del atractivo que tienen los alimentos baratos, los croatas llegan a Serbia muy a menudo para comprar cigarrillos, que son los más baratos de los Balcanes, a un precio medio por paquete de entre 0,75 euros y 1,13 euros. En Croacia, que prevé integrarse a la Unión Europea (UE) el año próximo, el precio puede ser de 1,97 euros.
Vladimir Stojanovic, director de la Aduana serbia en Gradina, el mayor puesto fronterizo con Bulgaria, confirma que el turismo de compras está floreciendo. «Los búlgaros compran alimentos aquí, mientras que nuestra gente compra productos textiles y de cuero allí. También ocurre que los serbios compran televisores con tecnología LED en Bulgaria por unos 296 euros, mientras que su precio en Serbia oscila entre 445 y 493 euros», explica.
Las regulaciones aduaneras para el comercio transfronterizo con todos los estados vecinos de Serbia estipulan que solo se pagan impuestos a las compras que excedan los «fines privados». Así que la mayoría de quienes pasan un solo televisor, unas cuantas bolsas de comida o dos pares de zapatos pueden adquirirlos libres de impuestos.
Además, las regulaciones en Bulgaria y Hungría -que pertenecen a la UE- permiten que se deduzca el impuesto al valor añadido (IVA) del precio de las mercancías, si el total de la compra supera el equivalente a 150 euros. A los comerciantes se les devuelven los montos deducidos posteriormente. «Eso es lo que hace que valga la pena ir a Szeged», dice Slobodan Kordic, de 52 años y residente en la ciudad serbia de Subotica. Szeged es la primera población húngara tras cruzar la frontera, a apenas 40 kilómetros de Subotica. «Le compré a mi hijo adolescente un par de zapatos de invierno por solo 2.700 dinares (23 euros) en una liquidación, mientras que donde vivo pagaría 10.000 dinares (89 euros)», señalóa Kordic. Añade que esto representa un enorme ahorro para su economía doméstica.
Los habitantes del municipio serbio de Loznica descubrieron que valía la pena comprar recambios y ruedas de vehículos en la ciudad bosnia de Bijeljina. Los precios eran un 20 por ciento inferiores, y el hecho de que les devolvieran el 17 por ciento del IVA hacía atractivo el viaje para muchos. «Además, llenar el depósito de gasolina en Bosnia-Herzegovina también es mucho más barato», dice Zoran Smijanovic, un habitante de Loznica de 34 años.
El precio del litro de gasolina de alta calidad Euro-premium es de 1,2 euros en Bosnia-Herzegovina, mientras que en Serbia vale 1,50 euros. «No parece mucho, pero ahorrarse varios miles de dinares al mes en gasolina o mucho más en ropa y zapatos para los niños significa mucho», dice el analista económico Misa Brkic. «Esto ayuda a la gente a arreglárselas, particularmente en las regiones fronterizas del sur, que están entre las más pobres» del país, agregó.
Serbia tiene el sueldo medio más bajo de la región, de unos 296 euros mensuales. La introducción de la economía de mercado en 2000 significó una apertura a los productos extranjeros, a las que el Estado impuso altos impuestos. El sistema de viajar sin necesidad de visado entre los países de la UE, que entró a operar en Serbia en 2009, brindó a muchos ciudadanos la oportunidad de cruzar libremente la frontera y comprar por menos dinero.
Aunque los impuestos vienen bajando gradualmente desde 2008, particularmente desde que ese año Serbia obtuvo el estatus de candidata a Estado miembro de la UE, los precios son muy caros para un país que se empobreció en los últimos años.
Desde el colapso de la economía en 2008, el poder adquisitivo de los serbios se ha reducido a su nivel más bajo desde 2000. «El poder adquisitivo en Serbia bajó por lo menos un tercio en 2011, con una enorme pérdida de empleos y limitados ingresos familiares», dice Brkic. «La mayoría de los precios aquí continúan siendo los mismos, aunque la gente tiene cada vez menos dinero para comprar cualquier cosa que no sean productos (básicos), como alimentos. Por eso Serbia les resulta tan barata a sus vecinos», agrega.
El salario medio en Croacia es de 725 euros al mes, de 345 en Bulgaria y de 394 en Bosnia- Herzegovina.