Balcanes: antiguos enemigos, futuros socios

La Conferencia de Sarajevo ha reunido esta semana en la capital bosnia a la diplomacia europea, incluidos los representantes de los Balcanes occidentales, así como a otras delegaciones y organizaciones internacionales.

En la conferencia, auspiciada por la Presidencia española de la Unión Europea, se buscó seguir con la trayectoria política marcada hace diez años por Bruselas para ratificar y potenciar la «perspectiva europea» del sureste continental, en un intento por insuflar algo de energía a la cooperación interregional, a la convergencia europea y combatir cierto escepticismo europeo en la región, que corre el riesgo de extenderse ante el momento que vive la UE. Por Miguel Rodríguez Andreu, becario de la AECID en la Universidad de Belgrado.

Sarajevo (Bosnia_Herzegovina)

Por Miguel Rodríguez Andreu, becario de la AECID en la Universidad de Belgrado

«Los últimos seis meses en los Balcanes occidentales han sido, vamos a ser francos, los más pacíficos, productivos y esperanzadores de la historia reciente», dijo el ministro de Asuntos Exteriores de España, Miguel Ángel Moratinos, quien, con espíritu positivo, fue uno de los protagonistas de la Conferencia de Sarajevo, que se celebró el pasado miércoles. La conferencia reunió a un total de 48 delegaciones, 27 ministros de exteriores, junto a la participación de representantes de EE.UU, la Federación Rusa y Turquía, así como de las principales organizaciones internacionales que trabajan en la zona (OTAN, OSCE y el Consejo de Europa).

Esta reunión, celebrada en la capital bosnia, representa la iniciativa más relevante de la Presidencia española de la UE desde que asumiera estas funciones el pasado 1 de enero. El acto significó una rememoración de la cumbre de Zagreb del año 2000, cuando se celebraron por primera vez reuniones de alto nivel Balcanes-UE y, al mismo tiempo, el compromiso renovado de la UE con la región en una continuación de la Cumbre de Salónica del año 2003. El encuentro se produce pocos meses antes de la celebración de elecciones en Bosnia y Herzegovina, momento que servirá para hacer un balance más certero del estado por el que pasa un país en el que la UE ha invertido mucho política y económicamente.

Desde la convocatoria de la reunión la mirada estaba puesta en las relaciones Serbia-Kosovo. A este respecto el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Bernard Kouchner, no ocultó el hecho: «Los países de la región también tienen que dar la vuelta a la historia dolorosa con el objetivo de estar totalmente dedicados a su futuro europeo. Nosotros nos referimos especialmente a Serbia y a Kosovo, que tienen la misma intención de unirse a la UE».

Sin banderas ni símbolos

El pasado mes de marzo el presidente Tadić se negó a asistir a una conferencia regional celebrada en Brdo kod Kranja (Eslovenia), ante la asistencia de Hashim Thaci, quien iba a acudir en condición de Primer Ministro de Kosovo. Desde que Kosovo se declarara independiente en 2008 el gobierno serbio se ha negado rotundamente a reconocer esta declaración y boicotea cualquier reunión donde Kosovo aparezca nominalmente como un estado independiente.

Finalmente el mes pasado fue anunciado que el acto se celebraría sin banderas ni emblemas en una suerte de evento diplomático informal. Lo que se ha venido en llamar el «formato Gymnich», nombre tomado del castillo alemán donde se celebró en 1974 la primera reunión de los ministros de exteriores de la UE, permitió encontrar una solución mediante el reconocimiento de cada uno de los participantes, pero sin distintivo alguno. Además la delegación serbia exigió que los representantes de la misión de la ONU en Kosovo estuvieran presentes en la conferencia, en respeto a la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, a la que se acogen los serbios para no reconocer la independencia kosovar. Todo esto a la espera de que la Corte Internacional de Justicia se pronuncie sobre esta cuestión con una sentencia que, según el Ministro de Asuntos Exteriores de Serbia, Vuk Jeremić, «todo el mundo espera con impaciencia».

La cooperación interregional, requisito imprescindible

El encuentro tuvo como aspiración principal, al margen de medidas más específicas y vinculantes, transmitir un tono positivo a las relaciones UE-Balcanes y fomentar una mayor cooperación interregional en la zona. La representante de la política exterior de la UE, Catherine Ashton, evalúa que «las relaciones en la región son mejores de lo que han sido durante mucho tiempo, y esta conferencia podría apoyar al proceso adicionalmente». No obstante, y como se reconoce desde la Presidencia española de la UE, en la región existen «problemas no resueltos de vecindad».

El Estado de Derecho, las reformas administrativas y judiciales, la lucha contra la corrupción y el crimen organizado, y mejorar las condiciones de vida de la población, son tareas pendientes que se suman a la necesidad de impulsar la cooperación interregional, requisito imprescindible y, al mismo tiempo, más desafiante, para entrar en la Unión Europea. Como se viene escuchando desde diferentes foros políticos y periodísticos la integración de los países balcánicos en la UE, será un proceso más complicado de acometer del que lo fueron las ampliaciones del año 2004 o del año 2007. El grado de exigencia en el seno europeo es mayor, las incertidumbres políticas características de la región son muchas y el contexto económico internacional no es el mejor.

El comisario europeo de Ampliación, el checo Štefan Füle, apuesta por la estrategia continental en este contexto: «No hay dudas sobre la necesidad de la ampliación», para así «reafimar la perspectiva europea en un momento en que la UE lucha contra la crisis económica y financiera». Declaraciones que no tratan de ocultar las dificultades existentes en encajar por un lado las demandas de los representantes políticos de la región, para que sean adquiridos mayores compromisos desde Bruselas y, por el otro, el cumplimiento efectivo de los requisitos exigidos a cada uno de estos estados para que sean miembros de la UE. El riesgo reside en la fatiga del discurso europeísta, discurso ante el que la sociedad de la región es cada vez más escéptica.

Finalmente el acto sirvió para sacar conclusiones positivas y combatir el pesimismo: «Queda mucho por hacer, pero si echamos la vista atrás a los acontecimientos trágicos y dramáticos de la zona, y vemos lo que hemos avanzado a pesar de las dificultades de la región, creo que debemos estar bastante satisfechos», dijo el ministro Moratinos.