La energía y los acuerdos de defensa ocupan un lugar destacado en la visita de Estado del presidente de Francia, François Hollande, a India. Pero pocos esperan que emerjan contratos en firme de este viaje de dos días.
«Como la industria nuclear depende tanto del espectáculo y como tantos países quieren sumarse al club atómico, hay mucha conversación y acuerdos caballerescos prometiendo colaboración y trabajo conjunto. Pero no se ven muchos contratos firmados», dice la portavoz de Greenpeace Francia para asuntos nucleares, Sophia Majnoni.
Entre banquetes oficiales y agasajos corporativos, los funcionarios franceses esperan concluir las negociaciones para vender a India dos reactores para su polémico proyecto Jaitapur que, si se construye, sería la mayor central atómica de generación eléctrica del mundo.
Fuentes de la empresa francesa de ingeniería nuclear Areva sostuvieron en la Cumbre Mundial sobre la Energia del Futuro, celebrada en enero en Abu Dhabi, que las negociaciones estaban avanzadas. Pero varias organizaciones no gubernamentales y fuentes de la industria creen que esa valoración es más que nada una expresión de deseos.
«Cada vez que un presidente de Francia va a India, está próximo a cerrar un acuerdo para venderle varios generadores. Es como una broma que se viene repitiendo desde hace un tiempo», indica el gerente de proyectos de ambiente y energía del no gubernamental Comité de Enlace de Energías Renovables (CLER por sus siglas en francés), Joël Vormus, una red de más de 200 profesionales del sector.
«Y cada vez que la escuchamos, no la tomamos en serio. Incluso la tecnología que le estamos vendiendo a Finlandia sufre un parón», nos dijo Vormus en referencia al Reactor Europeo Presurizado que se está construyendo en la isla de Olkiluoto, en el oeste finlandés, que tiene retrasos y aumento de presupuestos.
Resulta paradójico que el gobierno de Hollande promueva la venta de tecnología nuclear al exterior, cuando él mismo propuso reducir, para 2030, del 75 al 50 por ciento la proporción interna de electricidad generada en las centrales atómicas.
Todo obedece a razones económicas, apunta Majnoni. «Es muy claro que, como Hollande quiere reducir la participación nuclear en la matriz energética nacional, debe vender esa tecnología afuera para conservar puestos de trabajo locales y darle algo a cambio a la industria atómica».
«Es muy táctico; y ya lo han hecho Alemania y Japón», agrega. «Ellos tenían la misma estrategia de exportación nuclear porque sus mercados internos ya no existían. Cada país que está abandonando este tipo de energía por la razón que sea -política o por razones de seguridad- debe desarrollar su potencial exportador para equilibrar la balanza tras tomar la decisión».
Según Greenpeace, el desastre de la central japonesa de Fukushima en 2011 cambió el terreno de juego porque India, por ejemplo, adoptó un «régimen de responsabilidad progresiva» de los proveedores en caso de accidente. «Eso no es aceptable para Francia»asegura Majnoni .
Venga la tecnología de Francia o de otro país, India ha dejado claro que la fuente nuclear es una parte esencial de su matriz energética. En una visita a París poco después del desastre de Fukushima, el científico Srikumar Banerjee, por entonces presidente de la Comisión de Energía Atómica de India, nos dijo que su país estaba «revisando la seguridad», pero que tenía un «buen historial» de más de 35 años. «Nuestra demanda de energía es muy grande por un crecimiento de más del10 por ciento anual, y hay que satisfacerla», puntualizó.
Sin embargo, un posible freno para concluir el acuerdo puede ser el aspecto financiero. Cuando Areva y la Corporación estatal de Energía Nuclear de la India (NPCIL) iniciaron las negociaciones hace tres años, el coste de los dos reactores europeos presurizados para Jaitapur era de 7.244 millones de dólares. Pero fuentes de la industria aseguran que la empresa francesa quiere renegociar el precio, y eso no es del agrado de India.
Un analista indio que pidió no revelar su nombre nos explicó que sería una sorpresa si los franceses llegaran a un acuerdo para finales de esta semana, pese al alto nivel de la delegación que acompaña a Hollande. El grupo está conformado por la ministra de Ecología, Desarrollo Sostenible y Energía, Delphine Batho, y destacados líderes corporativos, como Éric Trappier, director ejecutivo de la fábrica de aviones Dassault Aviation. La pareja del presidente, Valérie Trierweiler, también lo acompaña.
Además de reunirse con el primer ministro de India, Manmohan Singh, y con la jefa de la Alianza Progresista Unida, en el gobierno Sonia Gandhi, Hollande también mantendrá encuentros con la líder de la oposición, Sushma Swaraj, y con los principales dirigentes empresariales de Mumbai.
Después de muchas demoras, India todavía aspira a comprar 126 aviones caza Dassault Rafale, una operación estimada en más de 13.400 millones de dólares. Durante la feria aérea bienal que concluyó este domingo en Bangalore, Trappier dijo a medios franceses que su empresa esperaba concluir ese negocio este año.
Sería la primera venta al exterior de este avión de combate que hasta ahora ha tenido muy pocos interesados internacionales, pese a la multimillonaria inversión que supuso producirlo. Un experto de la industria, que pidió anonimato, dice que los funcionarios indios han indicado que existe aún «mucho trabajo por hacer» en las negociaciones y que llevarían posiblemente hasta fines de este año. La fuente cree que el acuerdo se alcanzaría antes de las próximas elecciones generales indias, previstas para 2014.
Nueva Delhi, por su parte, se mantiene dentro del tradicional lenguaje diplomático. Las relaciones entre los dos países «se han afirmado en bases históricas y valores compartidos», afirma en una declaración que añade, con la intensificación de los vínculos que se consiguieron en la asociación estratégica de 1998, «la relación se volvió multifacética y simbiótica en áreas como defensa, energía nuclear civil, espacio y antiterrorismo».