Valladolid y Zamora cubiertas de humo, Alburquerque o Gata, en Extremadura, oliendo a madera quemada, el viento trae a España el testigo y la amenaza de los incendios que siguen activos en Portugal. Según el Instituto Luso para la Conservación de la Naturaleza y los Bosques, los incendios ocurridos este año en el país han quemado alrededor de 31.000 hectáreas de bosque. A pesar de todo, son mejores datos que los registrados el año pasado cuando ardieron más de 100.000 hectáreas de monte portugués.
Vouzela, Fornelo do Monte, Tondela, decenas de poblaciones del centro y norte de Portugal viven desde principios de agosto rodeadas por las llamas. Las altas temperaturas, el viento, el descuido de algunas zonas agrícolas y los pirómanos son las causas atribuidas a esta oleada de fuegos, más de 100 desde que empezó el verano, la más grave del año aunque menos que las de los años 2003, 2005 o 2010. Todavía hoy permanecen activos diez incendios.
Ante el temor de no poder controlar el fuego, Portugal pidió a España y Francia -con las que existe un acuerdo de cooperación en materia de incendios- cuatro aviones Canadair (un gran avión anfibio de última generación, capaz de cargar entre 5.500 litros y 6.000 litros de agua) para reforzar el dispositivo luso contra los incendios forestales que este martes, jornada especialmente crítica por las altas temperaturas y la sequedad ambiental, tenía más de mil efectivos sobre el terreno que detectaron unos 300 focos de llamas.
Los Canadair españoles, que llegaron el miércoles, han sido decisivos para controlar el enorme incendio de Góis, en el distrito de Coimbra, que ha arrasado más de un millar de hectáreas. La intervención de los dos Canadair franceses, prevista para el domingo, fue anticipada para el jueves ya que se decretó la alerta máxima en 20 distritos por el riesgo de más incendios. A las elevadas temperaturas se unieron fuertes vientos que atizaban las llamas y complicaban las tareas de extinción.
Ahora, los aviones trabajan en Viseu, más al norte, donde se ha desplazado la amenaza y hay todavía diez incendios activos.
Los bomberos cuentan con el apoyo de más de 200 vehículos y de una decena de helicópteros y aviones contra incendios, aún así, las llamas se han cobrado la vida de tres bomberos desde que empezó el verano y hay otros 24 bomberos heridos, con quemaduras de segundo y tercer grado y con problemas respiratorios por inhalación de humo. Hay, además, otra víctima mortal, un operario de una empresa eléctrica que recibió una descarga eléctrica precisamente cuando intentaba reparar una línea afectada por las llamas.
La policía lusa ha detenido a una treintena de supuestos pirómanos desde principios de año y ha abierto varias investigaciones para determinar el origen de esta oleada de fuegos.
Al otro lado de la frontera, en España, la situación no es mejor y desde ayer jueves permanecen activos más de quince incendios desde Galicia hasta el mediterráneo andaluz. Los más graves siguen ardiendo en Castilla y León y, al parecer, podrían haber sido intencionados.
Según el mapa de riesgo de incendios de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), que se puede consultar en su página web, para hoy viernes se registran todavía alertas entre naranjas y rojas, de peligro «muy alto» y «extremo», respectivamente, en toda la mitad oeste de la península con puntos aislados en Gerona, Baleares y las islas Canarias.