Los sectores de defensa de las ballenas han aplaudido especialmente que se haya rechazado la propuesta de Groenlandia de elevar hasta 1.300 ballenas la cuota de caza aborigen para los próximos seis años.
La caza de ballenas para la subsistencia de las poblaciones costeras, que siempre han vivido de esa actividad, presenta muchas dudas a los países que están en contra de la caza y a las organizaciones de defensa de los cetáceos. Especialmente cuando la carne se vende a alto precio en los supermercados.
Es lo que le ha ocurrido a Dinamarca, a la que pertenece Groenlandia, su propuesta suponía un aumento de la caza de ballenas jorobadas, aleta, minke y cabeza de arco en el Ártico. Este año vence la cuota de 190 ballenas al año, que tenía para el periodo 2008 a 2012. Votaron a favor los países que apoyan la caza de los cetáceos, entre ellos Japón Corea del Sur y los países africanos a los que ni les va ni les viene pero que siempre sacan provecho. Se ha aprobado la renovación para Alaska (EE UU), Rusia y las islas de San Vicente y Granadinas.
Se rechazó la propuesta de América Latina de crear un santuario ballenero en el Atlántico Sur. La propuesta recibió el respaldo de 38 de los 61 países presentes en la reunión, que representa un 65 por ciento, pero las resoluciones deben aprobarse por las tres cuartas partes de los países presentes en la convención. De todas formas es un avance, en la reunión anterior ni siquiera llegó a ser votada la propuesta.
El verdadero éxito de la 64 reunión está en los pequeños acuerdos muy beneficiosos para las ballenas. Han salido adelante varias iniciativas orientadas a reducir los desechos marinos y el ruido submarino de las actividades industriales que tanto desorientan a los grandes cetáceos.
Los asistentes expresaron su preocupación por la amenaza que representan las explotaciones petrolíferas y de gas en aguas del Ártico. Las petroleras admiten que no existe tecnología para limpiar un derrame de petróleo en esas condiciones extremas. Wendy Elliot, jefa de la delegación de WWF en la reunión, explicaba que si en el Golfo de México fue «inmenso el esfuerzo y el tiempo que supuso controlar el derrame, podemos hacernos una idea del desastre ecológico incontrolable que supondría un derrame parecido en aguas del Ártico».
Del mismo modo, en la rusa isla de Shakalin, las petroleras quieren construir nuevas plataformas. En esta zona se alimentan y crían los 150 ejemplares que quedan de las ballenas grises del Pacífico Norte. El ruido submarino de las plataformas les dificulta localizar el alimento y comunicarse con las crías.
Por último la CBI ha decidido celebrar sus reuniones cada dos años para evitar el vacío, Mónaco ha invitado a las partes interesadas a formar un grupo de trabajo entre sesiones.