«Existía un plan general para mejorar las condiciones de las mujeres en prisión», nos explica la directora de la Sociedad de Víctimas de Serbia (SVD), Vesna Nikolic Ristanovic. «Pero cuando nos dimos cuenta de que una de cada 10 de ellas había sido sentenciada por matar a su pareja tras sufrir años de violencia familiar, decidimos lanzar una acción más amplia» que incluye apoyo, educación y programas de inclusión una vez que se reincorporan a la sociedad.
«Las mujeres viven con las experiencias traumáticas combinadas de la violencia (doméstica) y su crimen, cargan con el estigma una vez que han regresado a la sociedad y afrontan la posibilidad de convertirse otra vez en víctimas y perpetradoras», añade.
Estadísticas de la SVD revelan un aumento anual de los casos de violencia familiar, que crecieron un 30 por ciento en 2010 y otro 30 por ciento en 2011.
Un nuevo estudio realizado por la SVD concluye que más de la mitad de las mujeres de Serbia han sufrido alguna forma de violencia doméstica el año pasado, y que al menos 44 murieron a manos de su pareja en ese periodo. El año pasado, 16 mujeres, la mayoría de entre 60 y 70 años, víctimas durante décadas de violencia de género, fueron condenadas a prisión por haber matado a sus respectivas parejas, y se encuentran en Pozarevac.
Esta cárcel, la única para mujeres en Serbia, lleva el nombre de la localidad en la que fue construida en 1874, a unos 120 kilómetros al este de Belgrado. Actualmente alberga a 769 reclusas.
«De la prisión a la vida sin violencia» es el nombre del programa conjunto de dos años de duración a cargo de la SVD. Cuenta con la participación de la Oficina del Defensor del Pueblo, la secretaría del gobierno encargada de temas de igualdad de género y contra la violencia de género, y la administración de Pozarevac.
El proyecto busca instruir al sistema judicial sobre los impactos de la violencia machista en el ámbito familiar y las respuestas violentas específicas de las mujeres víctimas de abusos, explica Milos Jankovic, de la oficina del Defensor del Pueblo, encargado de la protección de los derechos de los reclusos. «La política punitiva es prácticamente la única área en la que los hombres y las mujeres han sido iguales en Serbia», dice Jankovic. «Las mujeres eran sentenciadas a penas de prisión tan graves como las de los hombres, a más de 15 años en caso de asesinato, sin importar la tortura que hubieran sufrido y que las hubiera conducido a cometer el crimen», añadió.
Sin embargo, las reformas judiciales que se han llevado a cabo en los últimos años y un crudo análisis de la violencia de género llevaron a la primera sentencia «indulgente» (hace dos años y medio) para una mujer que mató a su maltratador.
El crimen fue catalogado de «homicidio en estado afectado», pues se consideró que la acusada se encontraba bajo una fuerte presión mental cuando cometió el delito. Para activistas como Jankovic, que trabajan en estos temas a diario, esa sentencia fue una victoria.
El Comité Helsinki para los Derechos Humanos en Serbia lanzó una campaña para exhortar a los jueces a que, a la hora de dictar sentencia, tuvieran en consideración los maltratos sufridos por las mujeres imputadas. También lanzó una iniciativa, apoyada por las líderes políticas y activistas más prominentes de Serbia, para solicitar indultos y liberaciones anticipadas de algunas reclusas.
Serbia es todavía una sociedad fuertemente tradicional y patriarcal, en la que se considera que los asuntos familiares deben ser en todo momento privados. Pero la campaña nacional ha animado a muchas mujeres a romper el silencio y a contar sus historias. Más de 6.500 casos de violencia de género fueron denunciados entre enero y noviembre de 2011.
«El aumento de casos reportados no necesariamente indica que haya más abusos, sino más bien que existe una creciente conciencia entre las personas», dijo Jasmina Nikolic, de la oficina de víctimas de la SVD. «El creciente estímulo (del gobierno y de la sociedad civil organizada) para que denuncien los abusos y pidan protección ha servido para esto», nos dijo.
Anka Gogic Mitic, que trabaja en la prisión de Pozarevac, señaló que las mujeres que cumplen sentencia por asesinato y otros crímenes contra sus parejas proceden de todas las estructuras sociales, niveles educativos y situaciones financieras. «Tratamos de trabajar en el fortalecimiento de sus capacidades y en prepararlas para la inclusión social una vez que salen», explica.
El plan no solo provee capacitación profesional en panadería, costura y hostelería, sino que también ofrece la asistencia de un grupo de cuatro psicólogos que las ayudan a superar sus experiencias traumáticas de violencia, la mayoría de las cuales se originan en la infancia.
Muchas niegan el grave crimen que han cometido o tienen vergüenza de hablar con sus hijos, ya crecidos, y con el resto de sus familias, dice Gogic Mitic. «Los temas que afrontan estas mujeres solo pueden ser descritos como delicados y complejos. Ningún caso es igual a otro, se parecen solo de forma superficial. Tenemos la esperanza de que no las veremos más en esta instalación, y ponemos todo nuestro esfuerzo por conseguirlo».