Hoy 15 de marzo, hace dos años se iniciaban los primeros brotes de la primavera árabe en las ciudades de Homs y Hama. 730 días más tarde el país vive un inv(f)ierno árabe con casi 100.000 muertos, ciudades destruidas, un sátrapa que se mantiene en el poder y una comunidad internacional impasible ante el horror que viven millones de sirios. Hoy la UE ha vuelto a rechazar la petición de Londres y París de armar a la oposición siria. A este drama hay que añadir el millón de refugiados que viven los países vecinos. En Líbano, el flujo de refugiados es un peso casi insoportable para las familias que los acogen.
Zuhur Al Khalaf está embarazada de ocho meses y vive en una improvisada vivienda sin ninguna división en el norte de Líbano con su esposo y cinco hijos. Las paredes de tela y el techo de cartón y papel se empaparon y deterioraron tras las últimas tormentas. Además, dos de sus hijos sufren ahora fiebre e infecciones respiratorias. La familia huyó de Homs, cuando su hogar fue destruido en un bombardeo.