Italia ha votado, y lo ha hecho de una forma en la que no cabe ninguna duda. En el país de los gobiernos frágiles y las mayorías atrofiadas el Partido Demócrata (PD) ha tocado el corazón de los votantes hasta llegar al 41%. No hay duda de que este resultado se debe a Renzi, sobre todo si se tiene en cuenta que en 2009 el partido solo consiguió el 26% de los votos.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha revisado claramente al alza sus estimaciones sobre el trabajo forzoso, 21 millones de personas trabajan forzados produciendo unas ganancias a sus explotadores de 150 mil millones de euros al año. Más de la mitad de las víctimas son mujeres.
El presidente ruso Vladimir Putin ha presidido en Crimea los actos del 69 aniversario del Día de la Victoria sobre la Alemania nazi después de haber dado señales importantes en los últimos días con la petición a los ucranianos pro-rusos de que pospongan el referéndum previsto para el 11 de mayo. También ha anunciado la retirada de sus tropas, pero la OTAN y Estados Unidos lo desmienten.
Los ministros de energía de Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Gran Bretaña, Estados Unidos, y la UE se han reunido en Roma. Sobre la mesa de debate las nuevas medidas que deben adoptar para reforzar la seguridad energética colectiva. Las conclusiones se presentarán a la próxima reunión del G7 en junio en Bruselas.
Comienza la clásica movida italiana, el caos habitual, el consabido todos contra todos sin tabúes. Entre la escenificación y las reformas del nuevo estilo de Renzi, las amenazas y consignas populistas de Beppe Grillo y el incombustible Berlusconi. A 20 días de las votaciones el resultado parece algo confuso aunque lo mejor es analizar las últimas encuestas.
El 1 de mayo 2004 se produjo uno de los hitos más importantes en la historia de la Unión Europea: culminó el proceso de anexión de 10 nuevos países la mayor ampliación de la historia de la UE con 75 millones de nuevos ciudadanos que para la Unión significó 455 millones de personas, 21 idiomas oficiales e incontables nuevas tradiciones, costumbres y culturas que han enriquecido el patrimonio común.
En el volcán que se está convirtiendo estos días la frontera oriental de Ucrania, hay mucho más en juego que la supuesta protección de unos rusos fuera de su país de origen, las intenciones expansionistas del presidente ruso, Vladimir Putin o la defensa de la democracia por parte de Bruselas. Detrás hay unas relaciones económicas y políticas de gran importancia para la Unión Europea y Rusia, que se han ido forjando con altibajos desde la caída del telón de acero.