En el apartamento de su hermana en la ciudad palestina de Beit Hanoun, en el territorio de Gaza, Iyad Yusef, de 42 años, todavía no puede creer cómo pudo salir de Siria y llegar hasta allí. La guerra le obligó a huir junto a su familia.
Hula Khadoura, de 13 años, está sentada en el sofá de la casa de su abuelo en el barrio de Tuffah, en la ciudad de Gaza, y en el regazo tiene a sus hermanos mellizos, Karam y Adam, de un año.
«Estoy tan contenta de que llegaran», dice sonriente, con los biberones de los niños en sus manos.El pueblo «no reconocido» de Al Araqib, habitado por beduinos árabes en el norte del desierto de Néguev, en Israel, fue demolido estejueves por las autoridades israelíes. Es la 81 ocasión que sucede desde 2010. Cada domingo, los habitantes del pueblo y sus simpatizantes se sitúan detrás de una gran pancarta con la leyenda «Dejen de demoler a Al Araqib» en árabe, hebreo e inglés.