Brasil empieza este fin de semana con la Copa Confederaciones (en la que participan España e Italia) su cuatrenio deportivo. El año que viene celebrará el mundial de fútbol y en 2016 los Juegos Olímpicos de verano. La nueva potencia emergente va a aprovechar estos acontecimientos para vender su mejor imagen, la de un país moderno y desarrollado, pero tras ese espejo mágico esconde muchos problemas, como el del aumento espectacular del consumo de cocaína.