La Unión Europea publicó este viernes 19 en el diario oficial las nuevas directrices para que los 28 estados miembro no adjudiquen ninguna financiación, subvención, beca o premio a entidades israelíes con sede en los territorios palestinos a partir de 2014 y durante siete años. El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, ha anunciado que Israel y Palestina iniciarán negociaciones de paz antes de septiembre.
Con las relaciones entre Israel y Palestina en uno de sus peores momentos, al igual que el estado del mar Muerto, surgen dudas sobre si el proyecto del canal «Rojo-Muerto» podrá realmente ayudar a recuperar no solo el lago desértico hipersalino sino también la paz en la región, como se propone la megainiciativa del Banco Mundial. Dos de los principales objetivos del proyecto de construir un canal desde el mar Rojo al Muerto apuntan a salvar a este último de su desaparición y a «construir un símbolo de paz en la región».
El proyecto para «salvar al mar Muerto», declarado factible por el Banco Mundial, está siendo cuestionado por los ecologistas que sostienen que conlleva enormes riesgos ambientales. El objetivo del «canal mar Rojo-mar Muerto» es «desalinizar el agua y/o generar energía hidroeléctrica a un precio accesible para Jordania, Israel y la Autoridad Nacional Palestina» y «construir un símbolo de paz en Oriente Medio».
Vientos indomables soplan en el monte Jermón, entre cuyas nieves inmaculadas se deleitan los israelíes y donde casi no resuenan los ecos de la guerra civil que tiene lugar en Damasco, a apenas 35 kilómetros de distancia. Aunque está en territorio internacionalmente reconocido como sirio, el Jermón está controlado por Israel, que posee aquí su único centro de esquí.
La ONU le exige al Gobierno israelí que detenga urgentemente la expansión de todos los asentamientos y retire al más de medio millón de colonos judíos que habitan en la zona ocupada palestina. En un informe independiente, el organismo internacional acusa a Israel de emplear los asentamientos para anexionarse las zonas ocupadas en Cisjordania y el este de Jerusalén. Pero este no es el único problema de Benjamin Netanyahu, que a pesar de haber ganado las elecciones, cada día pierde más apoyos entre sus ciudadanos.
A finales de este mes se va a celebrar una reunión entre líderes de Occidente, los componentes del grupo P5 + 1 e Irán, encuentro clave que podría determinar el futuro del programa nuclear de ese país asiático. Extrañamente, el tema no es de interés público en Israel.
Cuando la Asamblea General de la ONU aprobó la resolución que modificó el estatus de Palestina de «entidad observadora» a «estado observador no miembro», quiso saldar una deuda con la historia. Pero aun hay muchos escollos para que ese cambio tenga un peso real, y el más grande se llama Benjamín Netanyahu.