No hay una sola ciudad o país en el mundo donde mujeres y niñas vivan sin miedo a la violencia. Ningún líder puede asegurar: «Esto no está ocurriendo en mi patio trasero». En 2012, dos casos de alto perfil encendieron en sus naciones una ira pública que se propagó por el mundo: el atentado a balazos de la pakistaní Malala, activista por la educación de las niñas, y la violación y trágica muerte por parte de una pandilla en un autobús de una estudiante de 23 años en Nueva Delhi. En todas las regiones del mundo ocurrieron otros incontables casos que no figuraron en los títulos de la prensa internacional.