Los más indefensos son las principales víctimas de los cortes drásticos en las pensiones de jubilación de los funcionarios públicos, anunciados esta semana por el gobierno portugués del conservador primer ministro Pedro Passos Coelho. Por eso las calles se llenan de retirados que protestan.
Trenes subterráneos y de larga distancia detenidos en las estaciones, embarcaderos desiertos, hospitales solo con atención de urgencias, escuelas y oficinas públicas cerradas y escasos autobuses han sido algunas muestras del seguimiento en Portugal a la huelga general convocada por las dos grandes centrales sindicales del país.