Los franceses se preparan para la gran misa del republicanismo hexagonal. Nuestros vecinos del norte acuden a las urnas con la renovada ilusión de poner al frente del Estado a un hombre que resuelva todos sus males, de los económicos hasta los morales. La «monarquía republicana» francesa debe elegir entre Sarkozy y Hollande, dos proyectos políticos diferentes, pero también dos visiones opuestas de lo que debe ser un presidente. Europa está atenta.
Este domingo los franceses votan para elegir al presidente de la República para los próximos cinco años. Pero éstas no son unas elecciones más en uno de los 27 países de la Unión Europea, porque Francia – segunda economía de la UE y país fundador – no es un Estado miembro cualquiera, ni estas elecciones son como cualquier otras. En la partida por el Palacio del Elíseo los candidatos están jugando fuerte, con cartas como el futuro del espacio Schengen o la ratificación del nuevo tratado de estabilidad presupuestaria que, más que argumentos electorales, son en buena medida el sustento de este edificio que llamamos Europa