Dos décadas después de la primera Cumbre de las Américas (1994), muchas cosas han cambiado en el continente, y para bien. Hoy en día es posible un renovado diálogo hemisférico sin exclusiones.
A mediados de la década de los 90, esa primera Cumbre de Miami era un momento de consensos importados, de modelos de desarrollo socioeconómico basados exclusivamente en el mercado y su supuesta distribución perfecta de los recursos a través de la mano invisible.