Túnez, el primer país norteafricano que inició una revuelta social, intenta evitar caer en el caos, como ha ocurrido con sus vecinos, Libia y Egipto. Cada vez es más difícil salvar la situación. El ministro de exteriores alemán, Guido Westerwelle, de visita oficial en ese país, ha dicho que «Egipto es un ejemplo que (Túnez) no debe seguir».
La Unión Europea ha pedido al gobierno tunecino que reforme la justícia, principalmente el código penal, para garantizar la libertad de expresión. José Manuel Durao Barroso ha dicho que la reforma «es indispensable para anclar la democracia» y Herman Van Rompuy ha añadido que «se debe garantizar la imparcialidad». Durante la reciente visita a Bruselas del presiente, la UE ha pedido que se acelera la aprobación de la nueva constitución y se organicen nuevas elecciones.