«Cuando empezó el bombardeo» de Israel, «reuní a la familia y nos fuimos a lo que pensé era un lugar seguro, una escuela, pero entonces se superpobló y le faltaba saneamiento, así que terminamos en los terrenos del hospital», contó Islam Abu Sheira, un refugiado oriundo de Beit Hanoun, una ciudad en el extremo nororiental de la Franja de Gaza.
«Mi hijo ha quedado ciego y ha perdido la capacidad de hablar, su papá murió y sus tres hermanos están gravemente heridos. Todavía no le hemos contado que se quedó sin su padre», relata la madre de Mohamad Badran, de 7 años. Mohamad está en el hospital para recibir tratamiento por las heridas graves que le causaron los bombardeos de Israel sobre Gaza. «La única manera que tengo de comunicarme con él es abrazándolo», añade la madre.
Los 15 días de bombardeos a los que Israel ha sometido ya al norte de Gaza han obligado a miles de civiles a huir de sus hogares y a buscar refugio en las escuelas gestionadas por la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA). Entre los más afectados los niños y niñas, que viven con miedo y en peligro constante.
El presidente israelí, Shimon Peres, y el líder palestino Mahmud Abas «invocarán la paz» en Oriente Medio con el papa Francisco y el patriarca de Constantinopla, Bartolomeo, este domingo en los Jardines del Vaticano. El encuentro se cerrará con un «gesto común de paz»: los tres se darán la mano y luego plantarán un olivo. Un corto encuentro a puerta cerrada cerrará un encuentro lleno de símbolos que quizá marque el comienzo de un acercamiento entre las profundas diferencias de ambas partes.
«Si quieres vivir y recibir tratamiento médico, tienes mi número. Puedes llamarme y hacer lo que te pido. Entonces recibirás ayuda médica y podrás sobrevivir». La propuesta era de un oficial de inteligencia israelí a un paciente gazatí al que quería reclutar como espía a cambio de atención médica. Pero Fadi al Qutshan, de 28 años, nunca se convirtió en agente para Israel. Y tampoco sobrevivió mucho tiempo.