Hace año y medio ya que se lanzara la iniciativa «Una nueva narrativa para Europa» y la movilización que debería haber provocado para definir los objetivos hacia los que nos dirigimos brilla por su ausencia.Tres, cuatro debates de las élites intelectuales y políticas, algunas aportaciones individuales en la web de la Comisión y para de contar. Y sin embargo es más necesaria que nunca.
Sí, son unas elecciones diferentes por obra y gracia de la crisis. La estresante espiral de la deuda, la crisis bancaria y el disloque del déficit han colocado a buena parte de los países europeos en la sala de urgencias. Y de la noche a la mañana Europa está de manera transversal en los medios, en todos los medios y en todas las secciones. La UE es noticia destacada, si no la que más, en las secciones de Economía con las decisiones de la troika; de Política, por los debates entre los líderes europeos sobre austeridad o crecimiento; de Sociedad, por las desigualdades sociales agigantadas con las medidas de recorte de gastos sociales...
Por Juan Cuesta*
Hay miedo a la abstención, por más que miremos una y otra vez a la participación en las elecciones estadounidenses para colegir que no hay riesgo de desligitimación. Si Obama fue elegido con un 57% de participación, en la pasada convocatoria electoral europea participó un 43%. Subrayemos, no obstante, que en cinco de los estados comunitarios (Bélgica, Italia, Chipre, Grecia y Luxemburgo) es obligatorio el voto bajo pena de multa, aunque no siempre somos estrictos en el cumplimiento de la ley.¡Que ironía! Tengo que reconocer que estoy celoso; en realidad todos los europeístas lo estamos. Tantos años de trabajo en pos de la unión política europea, de batalla por las ideas , de búsqueda de consensos, de combatir la renacionalización del discurso político; tantos años venerando a los padres Schuman y Monnet , de agitar su teoría de la pequeñez de los estados para asegurar prosperidad y la necesidad de crear una unidad económica común, tantos años... Y nadie ha hecho más por la unión política europea que los mercados. Sí, los mercados. Ni la idolatrada y nonata constitución europea, ni su heredero el Tratado de Lisboa. ¡El mercado!