«La salida de Alemania del euro solucionaría el problema financiero en la Eurozona».
Estas palabras de Tim Worstall, académico asociado senior del Instituto Adam Smith le han dado la vuelta a la tortilla en lo relativo al debate sobre la moneda única. Mientras todos los líderes europeos afirman que la salida de algún estado miembro del euro supondría su debacle financiera y la desestabilización de la UE, a juicio de Worstall, Alemania debería ser la que abandonara la moneda única.Como cada verano, la colonia británica de Gibraltar es noticia por reabrir heridas del pasado en el estado español. Otra vez están las autoridades española y británica y sus respectivos líderes políticos enfrascados en si las aguas que bañan la colonia son de jurisdicción suya o nuestra. Y este constante e histórico litigio ha propiciado que en los últimos días las aguas que rodean al peñón se conviertan en el patio de recreo de unos narcotraficantes que han escapado de las garras de las autoridades de ambos países.
Con estas palabras el presidente estadounidense, Barack Obama, recalcaba hace unos días la necesidad de un compromiso político con el medio ambiente a nivel global, y anunciaba un paquete de medidas que, con una financiación anual de 8.000 millones de dólares hasta 2030, pretendía reducir un 32% las emisiones contaminantes en el país con respecto a los niveles de 2005.
Las últimas leyes aprobadas por el Parlamento español han servido para que el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas ponga el grito en el cielo y la pluma en el papel para redactar una larga lista de vulneraciones de los derechos humanos que se están cometiendo en el estado español.
Que el terrorismo yihadista se ha convertido en una de las pesadillas que atormenta por las noches a los legisladores internacionales de la Unión Europea y Naciones Unidas es una realidad más que aplastante. Numerosas son las políticas que han puesto en marcha estas instituciones para la lucha contra el terrorismo.
Cuando hacía apenas una semana desde que Atenas estalló de fervor por la victoria del No en el referéndum por el que Syriza preguntaba a la población si quería seguir las imposiciones de Europa para acceder al tercer rescate, el eurogrupo ya había rehecho sus filas y se preparaba para el contraataque.
Grecia se ha hartado del yugo de Europa. Ni el corralito, ni la incertidumbre sobre su futuro incierto, ni la debacle que la Unión Europea auguraba si el 'No' ganaba en el referéndum, ni el hipotético rechazo de los estados miembros de la UE, han conseguido hacer mella en el espíritu democrático de un 61,31% de los electores griegos, que el domingo echó a andar hacia las urnas con un brillo en los ojos que la mayoría de electores europeos hemos perdido.