Un representante de la sociedad civil provocó la risa de los presentes cuando declaró su «admiración por el delegado de Estados Unidos que, con una intervención insensible, inoportuna, inadecuada y diplomáticamente inepta, había conseguido disipar la considerable buena voluntad» que Washington había obtenido al participar en la Conferencia sobre el Impacto Humanitario de las Armas Nucleares.
Por primera vez se recurrirá a la «diplomacia humanitaria» para promover la prohibición de las armas atómicas, pese a la autoexclusión de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, que concentran 19.000 ojivas nucleares con capacidad para destruir varias veces el mundo.