Miles de ciudadanos, unidos en plataformas y asambleas presionan contra el desembarco en España de la fractura hidráulica, una cuestionada técnica de extracción de petróleo y gas de esquisto, que agrieta el subsuelo con la inyección de agua y productos químicos a altísima presión.
Tras los muros de los ocho CIE que hay en el país los inmigrantes son víctimas de abusos y malos tratos frecuentes por parte de la policía nacional encargada de su custodia, según alertan organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos, que critican las trabas en la investigación de las denuncias y la impunidad ante los delitos.
«Me gustaría tener una casa grande y que mi familia no tuviera que pedir comida ni ropa», nos dice Encarni, de 12 años recién cumplidos, en la pequeña vivienda que comparte con cinco familiares en un barrio precario de la ciudad española de Málaga. Encarni es uno de los rostros de la pobreza infantil en España donde la tasa ha crecido un 28,5 por ciento desde 2008, según el informe que Unicef difundió este martes.
«Verse durmiendo en la calle es un paso muy fácil. No es que uno haya hecho una vida mala, es que pierdes tu trabajo y no tienes para pagar el alquiler», cuenta David Cerezo, mientras espera el reparto del almuerzo ante una organización humanitaria de la ciudad de Málaga
José María Gómez se agacha para sacar de la tierra un manojo de zanahorias y unos puerros ecológicos. Este agricultor del sur español piensa que el cultivo orgánico trasciende el prescindir de químicos y pesticidas, para ser un «modo de vida» que requiere creatividad y respeto por la naturaleza.
Son las dos de la tarde y María remueve macarrones con salsa de tomate en una gran cacerola. Hay vacaciones escolares en España, pero la cocina de un colegio público en la ciudad de Málaga, sigue echando humo para alimentar a más de 100 niñas y niños cuyos padres no tienen como nutrirlos.
La pobreza en España tiene rostro de niño