Históricamente los gobiernos han usado a la UE como tabla de salvación para culparla de medidas impopulares en sus respectivos países. Una vez más, vemos como Rajoy intenta distanciarse de los últimos recortes dejando entrever que no son propuestas suyas, sino «exigencias de Bruselas» que no tienen opción a réplica. La influencia europea es indudable, pero ¿de verdad tiene sentido hablar de imposición?
En el documento de las Conclusiones del Consejo del 28 y 29 de junio, se especifican los cuatro componentes básicos para una autentica Unión Económica y Monetaria: «un marco financiero integrado, un marco presupuestario integrado, un marco integrado de política económica y el refuerzo de la legitimidad y responsabilidad democráticas». Es sorprendente como, de una forma u otra, se han indicado el camino a seguir en cada uno de los campos exceptuando el más importante, el que da sentido a Europa, el de la cuestión democrática.
Tras años reafirmando que era imposible que un país saliera del euro, en dos semanas el discurso mediático y de los dirigentes europeos ha cambiado radicalmente. Ahora resulta que «la zona euro puede soportar una salida de Grecia», como afirmaba el ministro de Finanzas alemán. De la cantidad de demostraciones de incongruencia e inopia política de los líderes europeos, probablemente esta sea la más grave. Y si finalmente ocurre, los culpables de que Grecia salga del euro no serán los griegos, sino los líderes europeos.
Tras los comicios del pasado 5 de mayo, Grecia se encuentra en una situación peor de lo que estaba antes. A todas las dificultades económicas que atraviesa el país, se une el rechazo mayoritario de la población a continuar con los planes de rescate de la troika. Parece que no quedará más remedio que repetir las elecciones, pero ¿Y si sale un resultado igual o peor que el actual? ¿Están los griegos obligados a elegir entre democracia y desastre, o salvación y humillación?
La nueva ola de recortes presupuestarios del Gobierno no cabe duda de que va a afectar a todos de una manera o de otra. En el caso concreto de los jóvenes, que son los principales sufridores con más de un 50 por ciento de paro, fomentado por un sistema productivo y educativo que no ayuda, merece un capítulo a parte. Pero dejando un poco de lado las cuestiones laborales, el recorte en educación ha sido sangrante ¿En que se traducen estos recortes y cómo afectarán a la juventud, y por ende, al futuro de la sociedad?
Muchos indicios nos llevan demostrando desde hace unos meses la incipiente ideologización de la política europea, con el ojo puesto en Francia. Algo que nunca antes había ocurrido, al menos tan públicamente. Pero la UE se creó a base de consensos entre naciones, entre izquierda y derecha, entre norte y sur. Entonces, si es real, ¿acabará con la construcción europea tal y como la conocemos?
El predominio de Hollande en las encuestas, la nueva retórica de la Comisión Europea al hablar de «crisis de crecimiento» y el nuevo desacuerdo entre Bruselas y Madrid sobre el déficit abren una nueva etapa en las políticas de la UE. Mientras Merkel mira expresamente hacia otro lado, en las discrepancias entre líderes conservadores se esconde un deseo de cambio de rumbo. ¿Se acerca la oportunidad para Hollande?