Desde hace más de dos semanas Hong Kong vive momentos excepcionales de tensión política. La frustración de extensos sectores sociales ante la oferta que ha hecho Pekín de una reforma electoral que desvirtúa la esencia del sufragio universal al restringir drásticamente la selección de posibles candidatos a la jefatura del gobierno local para los comicios de 2017, ha desencadenado una oleada de protestas de un alcance y duración imprevistos, y con consecuencias que aún no es posible calibrar.