Desesperado, frustrado y sin perspectivas de futuro, el 17 de diciembre de 2010 el tunecino Mohamed Bouazizi se echó encima un bidón de gasolina y se prendió fuego. Así estalló la revuelta popular que derribaría la dictadura en su país de Zine el Abidine Ben Ali, en el poder desde 1987, y crearía un efecto dominó en otros países de Oriente Próximo y del norte de África.