Dos nuevas encuestas corroboran la tendencia alcista en el número de escoceses que vería con buenos ojos la independencia de la región. Por su agenda de última hora, Londres da por buenos los resultados y enviará a Escocia a los líderes de los conservadores, laboralistas y liberales en un frente común insólito con el que esperan dar la vuelta a los resultados. Los independentistas se frotan las manos ante un, cada vez más probable, Reino (no) Unido.
Renovado el Parlamento Europeo y en pleno proceso para rematar los fichajes de los nuevos comisarios de la ejecutiva Juncker, se abre un periodo en Bruselas, a menudo turbio, en el que altos exfuncionarios de la UE se disponen a buscar nueva colocación. Ofertas no les faltan, grandes empresas lobistas les reciben con los brazos abiertos a modo de merecida recompensa por su trabajo en la formulación de regulaciones favorables. De la mano de organizaciones civiles para la «transparencia política», repasamos algunos ejemplos recientes de este comportamiento que la nueva Comisión promete erradicar.
Cerrado el plazo para inscribirse en el censo electoral y poder votar en el referéndum de independencia de Escocia que se celebrará el 18 de septiembre. Según un sondeo publicado por YouGov la diferencia entre separatistas y unionistas, opción hasta el momento mayoritaria, se reduce a un histórico 6%. 4,3 millones de personas están convocadas a las urnas. Si Escocia se decide por la independencia, la mayoría de británicos esperan de Londres un castigo severo.
La Unión Europea pide de nuevo a Bulgaria que paralice las obras de construcción del gasoducto en su territorio por incumplir la normativa vigente en la Unión. El proyecto del South Stream vuelve a paralizarse al hilo del conflicto ucraniano y tras las sanciones que la UE adoptó contra Rusia. Aunque la construcción del mismo ha despertado escaso interés informativo, podríamos asistir, de cara al invierno, a una nueva batalla diplomática con el gas ruso de por medio.
La reunión entre la comisaria europea de Interior, Cecilia Malmström, y el ministro italiano del ramo, Angelino Alfano, parece haber tenido resultados concretos: Italia recibirá ayuda económica y material para la detección y asistencia de pateras que llegan a sus costas desde el norte de África. Pero el acuerdo pretende ir a más, ya que por primera vez, la Comisión plantea dar forma, a través de Frontex, a un sistema europeo unificado de control de costas que contaría con la financiación de los Veintiocho.
Al gobierno de coalición alemán solo le queda dar el visto bueno en el Consejo de Ministros a la ley que restringe la inmigración de ciudadanos europeos al país germano. Estar desepleado, falsear documentación para conseguir ayudas sociales o generar altercados de orden público, serán los tres grandes supuestos para la expulsión. La Ley no viola la directiva europea, pero se alimenta de sus generalidades y limbos legales.
El asesinato grabado del periodista estadounidense, James Foley, por la yihad del autoproclamado Estado Islámico de Irak y Levante (EIIL) ha puesto en la picota del panorama occidental el grave conflicto, que desde hace meses, se vive en el país; vecino del, también, combate sirio. Estados Unidos considera el hecho como un «acto terrorista», anunciando «medidas represivas»; Europa hace lo propio ante la posibilidad de que el verdugo que aparece junto al periodista sea de origen británico. No resulta extraño, según estimaciones, la cifra de combatientes europeos por la causa desplegados en el lugar superaría el millar.