La lucha contra la inmigración ilegal en Europa está siendo uno de los temas protagonistas este otoño en Bruselas. En lo que parece ser una decisión personal de la saliente comisaria de Interior, Cecilia Malmström, Frontex, definitivamente, ha puesto en marcha la operación «Tritón» en apoyo a la italiana «Mare Nostrum». «Una marcha bien atada», apuntan en Bruselas, porque Malmström, también, se habría asegurado de que, por sus desavenencias con el gobierno de Mariano Rajoy y a pesar de lo previsto, un español no ocupe la presidencia de la agencia europea de control en frontera.
La cumbre entre los jefes de Estado europeos y asiáticos, congregados en Milán ha coincidido con una semana de vaivenes en los parqués europeos. El encuentro ha servido para tratar la tan temida tercera recesión económica, el ébola que mantiene a los asistentes en alerta por la amenaza que supone la posible extensión de la epidemia y el suministro de gas ruso que gracias al encuentro, Ucrania podría haberse asegurado de cara al invierno.
Europa, en un ejercicio estratégico de transparencia, habría pretendido con la publicación del Acuerdo de Libre Comercio e Inversiones (TTIP, por sus siglas en inglés) que la Unión Europea quiere firmar con Estados Unidos acallar a un buen número de críticos. Estados miembros, a destacar Alemania, parlamentarios nacionales y europeos, así como organizaciones sociales de toda la Unión reciben con sorpresa la publicación de unos pliegos, que vienen a confirmar la veracidad del borrador filtrado en el verano de 2013.
Los presidentes del Consejo y de la Comisión europea, junto al primer ministro canadiense, Stephen Harper, escenifican en Otawa el final de un acuerdo calificado de «histórico» y «referente» en el comercio transatlántico. Pero el acto, no ha sido suficiente para que los tres líderes suscribieran el texto, a la espera de buscar alternativas a sus numerosas controversias. Alemania ha anunciado que no aceptará el ejercicio de los tribunales de arbitraje inversionista-Estado, lo que junto al secretismo del proceso y a la flexibilidad en la normativa alimentaria y medioambiental comunitaria; podrían acabar con el acuerdo antes de su puesta en vigor.
Con una diferencia de 10 puntos, la mayoría de escoceses, un 55%, ha preferido continuar con el matrimonio de más de 300 años con el Reino Unido. Por plazas destacadas, Glasgow se decanta por la opción independentista, mientras que Edimburgo por la unión. El «Sí» solo se ha impuesto en cuatro de los 32 condados electorales y con mayorías inferiores a las circunscripciones donde ha ganado el «No». Londres celebra con alivio la victoria y Salmond reconoce su derrota, felicitando a los escoceses por su masiva participación, cercana al 85%.
Apenas quedan unas horas para que Escocia sea protagonista de un día histórico, del que depende el futuro de la región y en el que tienen puestas la mirada otras regiones europeas. Catalanes, vascos o flamencos entre otros, miran con anhelo e ilusión la jornada del 18 de septiembre. Los colegios estarán abiertos desde las seis hasta la nueve de la noche y los resultados, como acostumbra el recuento británico, no se darán a conocer hasta la madrugada o primera hora del día siguiente. Lo único claro es el número de escoceses con posibilidad de participar y las estimaciones de que efectivamente lo hagan. El 97% (4,3 millones) de los llamados a las urnas se ha registrado para votar y de estos, se espera una participación del 80%. Lo que decidan, es cuestión de horas.
La visita de los líderes de los conservadores, socialdemócratas y liberales a la región parece ser, junto a las previsiones económicas desfavorables para una Escocia independiente, la principal causa del vuelco en los sondeos. En la visita, más allá de las advertencias y las llamadas a la «responsabilidad», los tres mandatarios han tratado de seducir a los indecisos con el corazón. Victoria para unos, victoria para otros, las encuestas vaticinan un resultado muy ajustado.