Los 30 emigrantes cristianos de Etiopía, asesinados por el grupo extremista Estado Islámico (EI) el 19 de abril en Libia, tenían pensado cruzar el mar Mediterráneo para buscar trabajo en Europa. Ellos representan la trágica expresión de los desafíos a los que se enfrenta el creciente sector de la población que busca un mejor futuro fuera de su país.