Sudáfrica intenta frenar sus emisiones de gases de efecto invernadero y para eso quiere poner un impuesto al dióxido de carbono (CO2) que los grandes contaminadores arrojan a la atmósfera.
La transición hacia una economía baja en carbono será más fácil para Sudáfrica –que ocupa el lugar 12 en volúmenes de CO2— si las empresas que contaminan pagan por la cantidad de gas que emiten.