En los últimos años, las reglas fiscales de la Unión Europea han experimentado algunas mejoras muy necesarias; sin embargo, aún queda mucho por hacer. Además de sufrir de carencia de claridad en asuntos clave, la política fiscal de la UE continúa centrándose excesivamente en objetivos a corto plazo, lo que se refleja en el énfasis innecesario que otorga dicha política a los objetivos de déficit nominales dentro de los ciclos presupuestarios anuales.