La Unión Europea mira de reojo y en silencio la escalada de tensión entre Estados Unidos e Irán, tras la amenaza de Teherán de cerrar el estrecho de Ormuz, un punto clave para el comercio de petróleo, como respuesta a las sanciones europeas y estadounidenses. Los halcones de Washington animan la posición de fuerza en un conflicto que el gobierno Obama no ha sabido o no ha podido resolver por vías diplomáticas.