Uno de los mayores problemas que afronta la economía europea es la falta de liquidez en sus mercados de capitales. Desde la crisis financiera mundial de 2008, se ha promulgado un número enorme de nuevas normas. Para facilitar la inversión a largo plazo que Europa necesita apremiantemente, sería oportuno reevaluar el marco regulatorio más amplio que ha surgido en los seis últimos años.