La primera imagen esta semana llegaba desde Oslo. Sereno y sonriente, Anders Breivik, el asesino confeso de 77 personas en Noruega en julio del año pasado, iniciaba su particular parafernalia iconográfica nada más llegar a la sala donde lo iban a juzgar. Saludaba con el brazo extendido y el puño en alto con un claro alegato nazi. Durante horas escuchó el relato de sus propios crímenes aparentemente complacido y cuando su abogado proyectó un vídeo suyo en el que llamaba a la lucha contra musulmanes y marxistas, Breivik se echó a llorar.
Los accidentes laborales cuestan a cada país de la UE un 2,2 por ciento de su PIB. Sólo el Reino Unido ha cuantificado esa cifra. Las empresas y el gobierno británico gastan unos 15.000 millones de libras esterlinas cada año por no prevenir a tiempo. Con la crisis económica las empresas, principalmente las de menos de 150 trabajadores están reduciendo las partidas destinadas a Salud y Seguridad en el trabajo (SST).
Una de las imágenes de esta semana se produjo hace 100 años. La madrugada del 15 de abril, de 1912, se hundía el Titanic. Una historia conocidísima, a la que no podía ser ajena ni la literatura ni la cinematografía. La tragedia del Titanic impulsó en 1914 la primera convención sobre la seguridad de pasajeros en altamar.
El suicidio de un farmacéutico jubilado griego en la emblemática plaza Sintagma de Atenas, ha conmocionado a la sociedad helena y europea. Su desesperación ha sacado a la luz la difícil situación que sufren millones de personas en Europa a causa de la crisis. No sabemos mucho de Dimitris Christoulas, pero miles de griegos se han visto reflejados. en las notas manuscritas que guardaba en su bolsillo, en las que se leía «No puedo vivir en estas condiciones, me niego a buscar comida en la basura».
Hace 20 años Europa contemplaba, avergonzada, horrores que creía que no tendría que volver a verr después de la II Guerra Mundial. Musulmanes, católicos, ortodoxos, bosnios, croatas y serbios se mataban entre sí. Veinte años después del inicio del conflicto sus niños estudian en la escuela versiones diferentes de una guerra que los marcó para siempre. Sarajevo se convirtió en la capital mártir de un conflicto que nadie supo evitar.
La última semana de marzo nos deja una imagen que permite muchas lecturas. El ministro de economía español, Luis de Guindos y el presidente del eurogrupo, Jean-Claude Juncker agarrados del cuello. Bruselas obliga a hincar la rodilla a España aprobando unas cuentas públicas tan restrictivas que dificultan el crecimiento económico del país. Cuesta trabajo reconocer a este Juncker del que fue Primer Ministro de Luxemburgo. Estaba en juego la distribución de los Fondos Estructurales, pero los países ricos como Reino Unido se negaban a hacer concesiones. Sólo cedieron los países del Este, que acababan de ingresar en la UE. Juncker afirmó «Cuando los nuevos Estados miembros, muy pobres, dijeron que en interés del acuerdo estaban dispuestos a hacer cesiones, sentí vergüenza (...) Europa no está en estado de crisis, está en estado de profunda crisis».
Esta semana nos deja la imagen de un país de luto y de una de esas tragedias que marcan para siempre a un pueblo. Dos municipios flamencos, Heverlee y Lommel, han perdido en una carretera suiza a 28 ciudadanos.... la mayoría eran niños que no tenían más de 12 años. Regresaban a Bélgica, con la ilusión de contar como habían disfrutado durante una semana de la nieve en el valle suizo de Anniviers. Pero perdieron la vida en un túnel. La policía revisa los vídeos de las cámaras de seguridad, se examina el vehículo con minuciosidad y se esperan los resultados de las autopsias de los dos conductores para poder explicar los motivos de un viaje que acabó de forma brutal.