Todas las ciudades del mundo aspiran a organizar unos Juegos Olímpicos y conseguir una proyección y un prestigio internacional. Las Olimpiadas son un escaparate para los organizadores pero hay muchas dudas sobre su eficacia económica por el alto coste que comportan. Un ejemplo de esa dualidad es Pekín 2008, que transformó a una ciudad y a un país. No hay duda de que siempre hay un antes y un después de una cita olímpica. Londres 2012 tampoco será una excepción.