«Es la proteína que ponemos en la olla, y a veces hay que economizarla para poder alimentar muchas bocas», nos dice la subdirectora ejecutiva del Mecanismo Regional de Pesca del Caribe (CRFM, por sus siglas en inglés), Susan Singh-Renton.
Los expertos advierten que la acidez de los océanos se podría incrementar un 170 por ciento para finales de este siglo, lo que causaría significativas pérdidas económicas. Las personas que dependen de los ecosistemas marítimos, sobre todo en el Sur en desarrollo, son las más vulnerables.
Los expertos han elaborado un resumen de la información científica recopilada hasta ahora para entregárselo a los encargados de elaborar políticas, y expresan un «alto nivel de certeza» sobre sus conclusiones.
La elaboración del compendio ha sido dirigida por el Programa Internacional Geosfera-Biosfera, y se basa en las últimas investigaciones presentadas en el «Tercer simposio sobre océanos en un mundo con altos niveles de CO2», celebrado en la ciudad estadounidense de Monterrey en septiembre de 2012 en la que participaron 540 expertos de 37 países.
El resumen será presentado oficialmente el lunes 18 en la 19 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 19), que se desarrolla hasta el viernes 22 en Varsovia.
Los científicos alertan que los ecosistemas y la biodiversidad marítima probablemente se transformarán debido a la acidificación de los océanos, lo cual tendrá consecuencias de largo alcance en los seres humanos.
Las pérdidas económicas por la disminución de la acuicultura de mariscos y la degradación de los arrecifes de coral tropicales podrían ser también importantes, considerando la sensibilidad de esos organismos a la acidificación oceánica.
«Lo que ahora podemos decir con alto nivel de certeza sobre la acidificación de los océanos está claro: tenemos que estar preparados a nivel mundial para significativas pérdidas económicas y de servicios de ecosistemas», señala la científica Ulf Riebesell, del Centro alemán Helmholtz para la Investigación de Geociencias Marinas (Geomar).
Riebesell, quien presidió el simposio en Monterrey, es una de los principales autores del resumen. «Pero también sabemos que una reducción de las emisiones de dióxido de carbono podría frenar el ritmo de la acidificación. Ese tiene que ser el principal mensaje para la COP 19», subraya.
Singh-Renton dice que la acidificación oceánica afectará seriamente a los ingresos del Caribe.
El fenómeno perjudicará los medios de sustento de las poblaciones, así como su seguridad alimentaria y el consumo, explica. «Si eres un pescador y normalmente obtenías 1.000 toneladas al año, puede que obtengas mucho menos, y eso disminuirá tu oferta de alimentos para la población local y los ingresos asociados a ella», indica.
Antigua y Barbuda es la nación caribeña con mayor consumo de pescado por habitante al año (46 kilos). El secretario permanente del Ministerio de Comercio, Industria y Mercados de ese país, Colin Murdoch, alerta de que una disminución de las poblaciones de peces también tendría como consecuencia una pérdida de divisas para las pequeñas naciones insulares.
«Estamos geográficamente cerca de algunos muy grandes mercados de productos pesqueros», afirma. «Si vemos, por ejemplo, a Martinica y Guadalupe, son grandes consumidores de productos pesqueros, y son la puerta a Europa, porque son territorios europeos, parte de Francia», explica.
«Eso quiere decir que son una puerta a un mercado de 400 millones de habitantes, y una vez que cumples con los estándares requeridos puedes comenzar a exportar a esos mercados», agrega.
También «estamos cerca de Puerto Rico. Ese es un mercado grande que consume productos pesqueros, y también es puerta de entrada a Estados Unidos, donde también se consumen grandes cantidades de pescado y es un mercado de 300 millones de personas», dice Murdoch.
Las principales aguas de pesca caribeñas se encuentran cerca de Antigua y Barbuda. El gobierno de ese país promueve métodos modernos de captura, la mecanización y la construcción de nuevos barcos. Sus exportaciones de productos marítimos suman 1,5 millones de dólares al año.
Los expertos subrayan en el resumen que, si se mantiene la actual tendencia en las emisiones de dióxido de carbono, se verán seriamente afectados los arrecifes de coral en aguas frías, ubicados en zonas profundas de los océanos. Además, la erosión de los arrecifes en aguas tropicales será superior a la capacidad de estos para recuperarse.
Sin embargo, si se recortan las emisiones de tal forma que las temperaturas mundiales no aumenten más de dos grados para 2100, la mitad de las aguas ahora ocupadas por arrecifes de coral tropicales seguirían siendo favorables para su crecimiento.
«La reducción de las emisiones puede proteger a algunos arrecifes y organismos marinos, pero sabemos que el océano sufre también otras presiones, como el recalentamiento, la desoxigenación, la contaminación y la sobrepesca», dice Wendy Broadgate, vicedirectora del Programa Internacional Geosfera-Biosfera.
«El recalentamiento y la desoxigenación también están causados por las crecientes emisiones de dióxido de carbono, lo que subraya la importancia de reducir los gases generados por los combustibles fósiles», señala.
«Con la reducción de otros factores como la contaminación y la sobrepesca y la creación de grandes áreas marinas protegidas, podemos lograr cierta resiliencia ante la acidificación de los océanos», señala.
Por su parte, Singh-Renton dice que las tormentas y fuertes vientos también afectan a la pesca en el Caribe, sector del que la región se ha vuelto más dependiente desde que el cambio climático comenzó a perjudicar otras actividades económicas. «Estamos teniendo menos días aptos para la pesca. En lugar de poder pescar 200 días al año, ahora son solo 150», dice.
«Los barcos pesqueros y la infraestructura costera del Caribe son vulnerables a las tormentas, y por tanto estas pueden perturbar las operaciones de la industria. Los pobres en las áreas rurales se van a ver directamente perjudicados, porque la pesca artesanal es su principal empleo y fuente de alimento», advierte.
«Si realmente queremos erradicar la pobreza y mejorar los medios de sustento, debemos prestar atención a lo que es accesible a los pobres en términos de suministro de alimentos y calidad. No solo lo que reciben, sino también su calidad».