Hace 20 años y tras largas discusiones, los líderes europeos brindaban con «champagne» el consenso que permitía cerrar el Tratado de Maastricht. Los doce aprobaron el acuerdo político y monetario que permitiría hablar con una sola voz en la escena internacional, planteaba una política de defensa común y daba el pistoletazo de salida a una moneda única y a la creación del Banco Central Europeo. Se fortalecía la ciudadanía europea que facilitaba a un ciudadano residente en otro país a votar y ser elegido en las elecciones municipales. Reino Unido se desvinculó y evitó comprometerse en el desarrollo de la Carta Social aprobada en 1989.
En la foto de familia aparecían el presidente de la Comisión, Jacques Delors, el francés, François Mitterrand, el alemán, Helmut Kohl, el británico John Major, el español Felipe González y el holandés Ruud Lubbers.
«Todos los puntos que Francia quería obtener se han obtenido», decía Mitterrand. También se mostraba satisfecho John Major «es un buen día para el Reino Unido y para Europa, un avance significativo hacia la cooperación comunitaria». El menos exhultante era Kohl, «el compromiso es un avance significativo» y felicitaba a Major «porque presentó resistencia para defender sus posiciones y lo ha hecho muy bien». Y Felipe González era más cauto cuando recordaba que «es el salto más transcendente para Europa, pero hay bastante desorden y numerosos elementos contradictorios». Ya entonces hablaba de «que España tendrá que hacer un esfuerzo de disciplina y de convergencia, porque nuestros problemas no se van a resolver sólo por solidaridad sino con nuestro trabajo».
En las plazas de Maastricht, una ciudad holandesa bañada por el río Mosa y cerca de las fronteras de Bélgica y Alemania, los ciudadanos recuerdan no sólo esa fecha, sino también la euforia con la que se celebró la entrada en vigor del euro, el 1 de enero de 2002. 20 años después temen que la moneda única no sobreviva. «Fue algo muy importante en aquella ocasión --rememora un ciudadano- pero como vemos no ha funcionado».
El Tratado de Maastricht (o Tratado de la Unión Europea), firmado el 7 de febrero de 1992 modificaba los Tratados fundacionales de las Comunidades Europeas, Tratado de París (1951), los de Roma de 1957 y el Acta Única Europea de 1986. Entró en vigor el 1 de noviembre de 1993 y posteriormente sufrió modificaciones con el Tratado de Ámsterdam (1997).