Ahora imagínese que en ese momento se da cuenta de que esos recipientes pesan demasiado para llevarlos de vuelta a casa.
Esta escena, presenciada por un ingeniero del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), es cada vez más habitual en Siria. En este caso, la persona enviada a buscar el agua era una niña que se sentó en el suelo y comenzó a llorar cuando comprendió que no podría llevar el preciado recurso a su familia.
Agravada por una ola de calor, con temperaturas que alcanzaron 40 grados en la ciudad norteña de Alepo, la escasez de agua de Siria está alcanzando niveles críticos, advirtió la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el miércoles 26.
En un comunicado de prensa, Unicef criticaba a las partes en guerra por sus ataques intencionados contra el suministro de agua, y añadía que solo este año se han registrado 18 cortes deliberados de agua en Alepo.
Estos ataques, prohibidos por el derecho internacional, agravan la situación de millones de civiles desesperados por la guerra, y se calcula que cinco millones de personas soportan extensas interrupciones a su abastecimiento de agua en los últimos meses.
«El agua potable es una necesidad básica y un derecho fundamental, en Siria como en cualquier otro lugar», asegura Peter Salama, director regional de Unicef para Oriente Medio y el Norte de África. «Negarle el acceso al agua a la población civil es una violación flagrante de las leyes de la guerra y debe cesar», subraya.
En algunas localidades los grifos han permanecido sin agua durante 17 días consecutivos. En otros, la sequía duró más de un mes.
Muchas veces la tarea de ir a buscar agua a los puntos de recolección o los grifos públicos recae en los niños y niñas. No solo es una tarea agotadora, sino que es muy peligrosa en el país en conflicto. Unicef denunció que tres niños murieron en Alepo en las últimas semanas cuando iban a buscar agua.
En ciudades como Alepo y Damasco, así como en la sudoccidental Deraa, las familias se ven obligadas a consumir agua de fuentes subterráneas no protegidas y sin regular. Como probablemente están contaminadas, estas fuentes ponen a los niños en peligro de contraer enfermedades transmitidas por el agua, como la fiebre tifoidea.
El suministro es escaso y la demanda crece día a día, esto ha hecho que los precios del agua hayan aumentado hasta en un 3.000 por ciento en lugares como Alepo, lo que hace que las familias tengan aun más dificultades para obtener este recurso imprescindible para la vida.
Los combates y los ataques aéreos han arrasado gran parte de la infraestructura hídrica del país, al destruir estaciones de bombeo y romper cañerías sin que los trabajadores municipales puedan acceder a ellas para hacer las reparaciones necesarias. Por si fuera poco, los frecuentes cortes de energía impiden que los técnicos bombeen el agua a las zonas civiles.
Unicef distribuyó agua en camiones a más de medio millón de personas, 400.000 de ellas en Alepo. La agencia también ha rehabilitado 94 pozos que atienden a 470.000 personas y distribuído 300.000 litros de combustible para reforzar los sistemas de distribución de agua pública en Alepo y Damasco, donde la escasez afectó a 2,3 millones y 2,5 millones de personas, respectivamente.
En Deraa, un cuarto de millón de personas también padecen los recortes. Un déficit de financiación de 40.000 millones de dólares impide que Unicef refuerce sus operaciones para mejorar la situación del agua, la higiene y el saneamiento en Siria.
Solo para remediar la crisis en Alepo y Damasco la agencia asegura que necesita con urgencia 20 millones de dólares, una petición de improbable cumplimiento dado el déficit que aqueja a las operaciones humanitarias de todo el sistema de las Naciones Unidas.
En general, la disponibilidad de agua en Siria es aproximadamente la mitad de lo que era antes de marzo de 2011, cuando un multitudinario movimiento de protesta contra el presidente Bashar al Assad se convirtió rápidamente en una insurrección violenta en la que actualmente participan cuatro grupos armados, entre ellos el extremista Estado Islámico.
A casi cuatro años y medio de su inicio, la guerra no muestra señales de amainar.
La ONU conmemora la Semana Mundial del Agua del 23 al 28 de este mes, mientras que el mundo observa a las partes en conflicto en Siria, que deberán rendir cuentas por utilizar el agua para alcanzar sus objetivos militares y políticos.