El fundador de WikiLeaks comparecía este lunes junto al ministro de Exteriores Ecuatoriano, Ricardo Patiño, para comunicar su intención de abandonar la embajada. Pero aunque ha asegurado que será en poco tiempo, por el momento el activista no ha aclarado ni la fecha, ni la forma en la que pondrá fin a su encierro. Su portavoz explicaba al finalizar la rueda de prensa que no tiene intención de entregarse, pero por el momento no está claro si lo hará tras alcanzar algún acuerdo con el Reino Unido para abandonar el país sin ser extraditado, o si por el contrario, piensa huir intentando esquivar a la justicia británica.
Detrás de esta decisión podría haber además otras razones. La prensa británica lleva días especulando con los problemas de salud que habría causado el prolongado encierro al activista australiano de 43 años. Él mismo aseguró en una entrevista concedida al The Mail on Sunday, que pasar tanto tempo dentro del edificio diplomático le había producido una arritmia cardíaca, hipertensión y problemas en los pulmones. Es más, la cadena Sky News vaticinaba apenas unas horas antes de su comparecencia que el fundador de WikiLeaks abandonaría la Embajada por razones de salud. Y aunque Assange no ha confirmado que ésta sea su principal razón, sí ha explicado que «estar detenido, de diversas formas, durante un tiempo de cuatro años, dos de ellos en la embajada, sin contacto con el exterior ni la luz solar, provocarían que cualquier persona sana empezara a experimentar dificultades».
En un limbo político
Julian Assange llegó a Londres en 2012, el mismo día en que iba a ser interrogado por las autoridades de Estocolmo. Desde entonces vive una especie de limbo político. Ecuador le concedió asilo, pero no puede viajar al país sudamericano, porque al pisar suelo británico, algo inevitable para llegar al aeropuerto, se arriesga a que la policía londinense le detenga y le extradite al país nórdico.
Las autoridades suecas reclaman al fundador de WikiLeaks por cuatro presuntos delitos sexuales perpetrados en 2010, incluida una supuesta violación. Unas acusaciones que el activista ha vuelto a negar en esta última comparecencia. «Nunca se han presentado cargos en mi contra, ni en Suecia ni en el Reino Unido», recordaba. Teme que tras los interrogatorios Suecia termine extraditándole en segundo término a Estados Unidos, donde podría tener que enfrentarse a un juicio militar por haber filtrado información confidencial sobre el Departamento de Estado estadounidense y las operaciones militares en Irak y Afganistán.
Durante la rueda de prensa, el ministro de Exteriores de Ecuador, Ricardo Patiño, acusó a las autoridades británicas de no querer buscar una solución diplomática para la situación de Assange. «Esta situación debe terminar, dos años son demasiados», lamentaba porque a su juicio «es hora de que sean respetados, finalmente, sus derechos humanos».
Julian Assange lleva dos años pidiendo al Reino Unido que le permita salir de la embajada para viajar al país sudamericano, un permiso que hasta ahora se le ha negado sistemáticamente. Y mientras se resuelve su situación, el asilo del fundador de WikiLeaks cuesta, según fuentes de la diplomacia ecuatoriana, unas 240.000 libras al mes en atención médica. A ello habría que sumar otros siete millones de libras; es lo que ha costado hasta ahora la vigilancia policial que se mantiene en la embajada desde hace dos años.