La contaminación no tiene fronteras. Las emisiones vengan de donde vengan contribuyen al calentamiento global y al cambio climático. Un ejemplo es el hollín que según un estudio reciente contribuye mucho más de lo que se pensaba al calentamiento global. En Europa y América del Norte se ha reducido pero sigue siendo mucha su difusión en Asia meridional donde los efectos del cambio climático se hacen notar especialmente.
Katmandú, (IPS) - La particular variación climática que presenta y la combinación de pobreza y una clase media con gran capacidad de consumo hacen de Asia meridional una región complicada para mitigar las consecuencias de eventos extremos.
Los pronósticos indican que la población regional se duplicará para 2030. Solo India contará con 90 millones de habitantes más en sus ciudades, respecto de 2000. Alrededor del 75 por ciento de sus 1.700 millones de habitantes en la actualidad viven en zonas rurales y la agricultura concentra al 60 por ciento de la fuerza laboral, según las últimas estadísticas del Banco Mundial.
Esto hace que el impacto de las variaciones climáticas sea impresionante en la región.
En Sri Lanka, un país insular con 20 millones de habitantes, casi dos millones de personas resultaron afectadas el año pasado por la prolongada sequía y las intermitentes, aunque mortales, inundaciones.
Cuando el ciclón Nilan golpeó el sur de India, en noviembre, destruyó medio millón de hectáreas de tierras cultivables y dejó 7.000 kilómetros de caminos con urgente necesidad de reparación, todo esto después de cuatro días de fuertes lluvias.
El investigador Pramod Aggarwal, que encabeza el programa regional de agricultura y seguridad alimentaria de la alianza mundial CGIAR (siglas en inglés de Consultative Group on International Agricultural Research), dice que el 70 por ciento de la región es propensa a sufrir sequías, el 12 por ciento, inundaciones y el ocho por ciento, ciclones. «El estrés climático siempre fue normal aquí y el cambio climático no hará más que empeorar las cosas», observa.
El cuarto informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) advierte de que los posibles impactos a largo plazo en la región son: derretimiento de los glaciares del Himalaya, lo que generará inundaciones, la erosión costera por el aumento del nivel del mar y un enorme estrés sobre los limitados recursos naturales para mantener a una población urbana en expansión.
«Asia meridional es una región muy compleja y vulnerable», dice Ganesh Shah, exministro de ciencia y tecnología de Nepal. Añadió que a medida que aumenta la variabilidad
climática, él y otros diseñadores de políticas se verán obligados a dejar a un lado los mutuos recelos para lograr un plan de acción común.
W. L. Sumathipala, exjefe de la unidad nacional de cambio climático de Sri Lanka y actual asesor en el Ministerio de Ambiente, nos comenta que la región experimenta un «cambio de política muy significativo» tendiendo a mejorar la comunicación y a compartir conocimientos técnicos para encontrar soluciones comunes al calentamiento global.
Lecciones en el sector agrícola
A medida que el clima se vuelve más cálido y que los desastres naturales cada vez más frecuentes asolan la región, la población se ve obligada a improvisar e innovar para sobrevivir. Aggarwal pone el ejemplo de productores indios de manzana del norteño estado de Himachal Pradesh que han tenido que abandonar las tradicionales tierras de cultivo y se han trasladado a zonas altas, obligados por las temperaturas ascendentes.
También señala que el aumento moderado de las concentraciones de dióxido de carbono puede generar una producción de entre un 20 y un 30 por ciento mayor en las llamadas plantas «C3», como el trigo, el arroz, la papa o el boniato, que constituyen gran parte de la dieta en Asia meridional.
Pero esas «ventajas» solo se manifestarán a corto plazo, hasta alrededor de 2030, después es de «esperar un gran impacto negativo», puntualiza.
Mientras, el aumento de temperatura puede causar la pérdida de entre el siete y el 10 por ciento de las cosechas de otras plantas menos resistentes. Los pronósticos más desalentadores prevén que la producción de muchos cultivos de esta región disminuirá en un 30 por ciento a mediados de este siglo.
Para evitar esa situación, Aggarwal cree que es necesario compartir la información de los estudios de organismos como el Instituto de Investigación Agrícola de India, con sede en Nueva Delhi. El instituto cuenta con laboratorios con ambientes controlados en los que se recrean posibles escenarios climáticos y se evalúa en tiempo real el impacto sobre los cultivos. Añade que es probable que el impacto de la variabilidad climática sea más pronunciado en los países tropicales, que también sufren escasez de alimentos.
Durante años, Asia meridional ha estado al borde de una crisis alimentaria. El director de desarrollo sostenible del Banco Mundial para Asia meridional, John Stein, dice que en esta región la mitad de los niños y las niñas que sufren retraso en el crecimiento y el desarrollo del mundo.
Eso no hará más que agravarse con el cambio climático.
Aggarwal también subraya que se necesitan «acciones preventivas», como identificar cultivos que soporten mejor las temperaturas más cálidas y encontrar nuevos lugares para aquellos más resistentes. Es necesario diseminar rápidamente esta información, añade.
Agua por todos lados
La gestión del agua es otro asunto de gran importancia en esta región, y requiere atención urgente dado el «cambiante patrón del monzón», indica Sumathipala. El veinte por ciento de la población de Asia meridional carece de agua potable. La gestión del recurso se vuelve más compleja porque los ríos atraviesan fronteras nacionales. El Ganges, por ejemplo, nace en el Himalaya, discurre hasta Bangladesh para desembocar en la bahía de Bengala.
El especialista opina que compartir los pronósticos sobre el monzón, generados principalmente en India, sería un primer paso hacia una mayor seguridad climática. El Departamento de Meteorología de India anunció en abril que estaba mejorando sus capacidades de pronóstico.
Asia meridional también sufre la amenaza de agentes climáticos de corta duración (SLCP, por sus siglas en inglés), como el carbono negro, responsable del hollín, con una vida menor que la del bióxido de carbono, pero que causa un tercio del recalentamiento global.
Según el Banco Mundial, el carbono negro «también incide en la formación de nubes e impacta en la circulación regional y en la variabilidad de lluvias, como el monzón en Asia meridional», así como en la contaminación ambiental.
«Los cuatro países donde el impacto de la contaminación sobre la salud humana es mayor están en Asia meridional: India, Bangladesh, Nepal y Pakistán», precisó este mes Maria Sarraf, economista del Banco Mundial.
Asia meridional es responsable del 10 por ciento de las emisiones contaminantes del mundo e India libera entre el siete y el ocho por ciento de ellas.