Conviene abrir la mente cuando uno pasea por los stands de la feria de arte moderno internacional más importante de España, porque en las propuestas de las 218 galerías participantes, procedentes de 29 países, cualquier cosa es susceptible de convertirse en obra de arte. La edición llega este año marcada por el optimismo y la ilusión del sector, que considera «que ya se ha tocado fondo», y ahora toca remontar.
Buena muestra de ello dan las colecciones que presentan este año las galerías y museos, que decididos a echar el resto, acuden con algunas de sus mejores piezas. «Son obras de gran calidad, muy potentes e interesantes», han definido estos días los profesionales que ya han visitado Arco. Este año entre las piezas más caras se encuentran Nature Mort, una pequeña pieza de Pablo Picasso, a la venta por 1,4 millones de euros; o Locmariague, una escultura de Chillida que data de 1989. Quien quiera llevársela a su casa tendrá que pagar 1,7 millones de euros.
Pese a los primeros signos de recuperación en el sector, los profesionales retoman una reivindicación que ya se ha convertido en todo un clásico. Consideran que el IVA que deben aplicar a sus productos sigue siendo excesivamente elevado. Repiten sin cesar que es uno de los problemas «más graves» que tienen que afrontar en estos momentos, y que les hace ser «menos competitivos». Consideran que ellos podrían aportar mucho al Estado porque son «los que mejor pueden conservar y cuidar las obras», y piden un aumento de los incentivos a los coleccionistas, frente a una política de subvenciones para las galerías.
Puentes con Latinoamérica
Si hay algo que se ha fijado como objetivo prioritario la 34ª edición de Arco es fomentar las relaciones con artistas latinoamericanos. Y no es casualidad que hayan elegido a Colombia como país invitado, un lugar donde el arte postnarco está en pleno auge. Los profesionales del sector consideran que ha sido «todo un acierto», porque además de arte colombiano también ha servido para atraer a grandes artistas y coleccionistas latinoamericanos, países donde la producción artística tiene cada vez más peso.
Un buen ejemplo es la obra de Manuel Calderón que llega a Madrid de la mano de El Museo, en Bogotá. Gracias a diferentes técnicas consigue construir una suerte de tablero de ajedrez lleno de personas, que a los ojos del espectador provoca un efecto de juego infinito. También llama la atención del público la obra de Jorge Magyaroff, un lienzo rojo que a sus pies todavía conserva los botes de pintura y las brochas.
Junto al arte colombiano los creadores latinoamericanos también ocupan un hueco destacado en la feria. El visitante podrá admirar, por ejemplo, las impresionantes estructuras colgantes tejidas por el artista brasileño, Ernesto Neto, que no dejan indiferente a nadie. También hay un hueco para el arte geométrico de Jesús Rafael Soto, Venezuela, o para las instalaciones de Tomasello y Julio Le Parc, famosas por los efectos visuales que consiguen crear a quien lo ve.
Todo es arte
La pintura, con permiso de la fotografía, es un año más la estrella de Arco. El recorrido por los pabellones 7 y 9 del recinto ferial de Madrid depara además multitud de sorpresas insospechadas. La galería Max Estrella, por ejemplo, invita a la reflexión con la obra Tomar medidas. Se trata de una creación de Eugenio Ampudia en la que puede leerse «el futuro no es de nadie todavía», escrito a lo largo de varios metros imantados de pared. Asegura el artista que el objetivo es presentar la infinidad de posibilidades que permite el lenguaje «dependiendo de quién lo use».
Otra de las obras que también llama la atención es una escultura que asemeja un tronco de árbol de grades dimensiones. Su autora es la alemana Katarina Grosse, que ha querido mostrar como la naturaleza muerta va evolucionando con el paso del tiempo. La sátira este año llega de la mano de Sandra Gamarra, artista peruana afincada en España. En su obra El traje del emperador desnuda a dirigentes políticos de la talla de Barack Obama, Vladimir Putin, David Cameron, Marine Le Pen, sin olvidarse de la clase política española: Mariano Rajoy, José Ignacio Wert, José Manuel García-Margallo, Cristóbal Montoro o Jordi Pujol no son ajenos a su mirada.
Provocativo también el Mandala que ha creado la española Pilar Albarracín. Está formado a base de ropa interior femenina de color rojo que la artista confiesa haber recogido entre sus amigas. Y seguramente otra de las más fotografiadas es la instalación de Enrique Marty, donde un ejército de hombres y mujeres desnudos, llenos de tatuajes y que recuerdan a los zombis, desafían al espectador con grandes machetes. Una parada obligada es la sala VIP de la feria, donde este año se ha recreado un jardín botánico en el que el piar de los pájaros consigue un ambiente bucólico en plena feria.
Los amantes del arte también pueden encontrar espectaculares montajes audiovisuales en los que gracias a unas luces led cientos de personas corren sin cesar, bastidores donde se han bordado escenas cargadas de erotismo, utensilios de limpieza dispuestos de forma artística o la escultura de una muñeca rodeada de huesos. Incluso un montón de papel triturado se convierte en una escultura que cuesta 8.800 euros. Por increíble que parezca, muchas de estas piezas ya lucen el punto rojo que indica «vendido».