La Unión Europea lo tiene claro, no firmará un acuerdo de libre comercio con Armenia y así lo acaba de afirmar Stefan Füle, comisario europeo de Ampliación. La decisión de este país limítrofe entre Europa y Asia Occidental de pertenecer a la Unión Aduanera (UA), que reúne a países como Rusia, Bielorrusia o Kazajistán, no hace otra que alejar a Armenia de un posible acercamiento con la Unión Europea con el que parecía, se había convertido en un socio clave a tener en cuenta cara a futuras relaciones comerciales y, ¿por qué no?, cara a una futura, aunque lejana, ampliación del número de los estados miembros.
Armenia se encuentra dividida entre dos posiciones que aún sin ser contrarias, tampoco se caracterizan por ser completamente afines, Rusia y la UE. Por un lado, el país que preside Vladimir Putin mantiene en Armenia la única base militar en el Cáucaso Sur. Armenia con sus 3, 2 millones de habitantes y que perteneció a la Unión Soviética, es el principal aliado histórico del gigante ruso en dicha región, después de que durante las últimas décadas otros países como Azerbaiyán o Georgia se hayan acercado más a Occidente que a Rusia.
Por otro lado, sus relaciones con Europa son históricas, con la que mantiene estrechos vínculos desde hace siglos. Armenia fue el primer país en adoptar el cristianismo en el año 301, ha formado parte de la antigua Roma y de imperios como el Bizantino y el Otomano, ha jugado un papel importante en conflictos del pasado en la vieja Europa y mantiene buenas relaciones con todos los Estados miembros, en especial con Francia y Grecia.
Sin embargo, el presidente armenio Serge Sargsián anunció hace poco más de una semana tras una reunión en el Kremlin con Vladimir Putin, que su país finalmente ingresará en la UA, poniendo una cierta distancia con la UE. Armenia se convierte así en un éxito más del presidente ruso quien, de un tiempo a esta parte, lleva intentando convencer a las repúblicas exsoviéticas que se sumen a la iniciativa de la UA para su ampliación. Esta pretende fomentar la libre circulación de trabajadores entre los países miembros, unificar tarifas y revitalizar las relaciones comerciales entre estos países.
Paso hacia atrás en sus relaciones con la UE
Stefan Füle, que ha asistido esta semana en la capital armenia, Yerevan, a la tercera reunión de la Asociación Oriental en la que participan Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Moldavia y Ucrania, no ha tardado en declarar que, tras este movimiento por parte del gobierno armenio, se pone fin a unas largas conversaciones que han durado tres años y medio y que se rechaza, también, la posibilidad de firmar el documento por partes, «no es posible firmar una parte de los estatutos del acuerdo de asociación eludiendo otros».
Pese a ello, la posibilidad de llegar a otro tipo de colaboración entre la UE y Armenia podría ser, al menos por parte del primero, aún una opción a tener en cuenta, «Si los armenios quisieran crear un formato jurídico que nos permita avanzar más allá de lo que nos posibilita el acuerdo vigente sobre asociación y cooperación nos sería grato colaborar en el marco de ese formato», ha declarado Füle
Hay que retroceder en el tiempo, hasta 1996, para observar los primeros movimientos de cooperación entre Armenia y la UE. El Acuerdo de Asociación y Cooperación (PCA), firmado ese año y que entró en vigor en 1999, sirvió de marco jurídico para las relaciones bilaterales entre ambas partes.
Casi una década más tarde, en 2004, Armenia y otros estados del sur del Cáucaso firmaron una Política Europea de Vecindad para fomentar el establecimiento de vínculos más estrechos. Y en 2005, el gobierno armenio llegó a diseñar un Plan de Acción para Armenia ENP, con el objetivo de fomentar una cooperación bilateral con la UE, posiciones que finalmente se encuentran, a día de hoy, bastante debilitadas.